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21.1.11

IMPACTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

... un artículo del periodista Alberto Zuazo Nathes para este blog

El cambio climático, que está afectando a todas las regiones planetarias, no sólo tendrá severos impactos en las temperaturas extremas, sino que podría derivar, eventualmente, en una drástica modificación de toda la modernidad.
   Alteraría los sistemas políticos y con mayor razón las diversas  expresiones de la vida humana, que se sustentan en el uso de las energías; y en el consumo ilimitado de los bienes que prodiga la naturaleza, tanto en el orden vegetal como animal.
   Un estudio último de la CEPAL (Comisión Económica de las Naciones Unidas para la América Latina y el Caribe), obtenido por el Instituto Prisma, de Bolivia, expone que “lo que se está cuestionando son las bases fundamentales de nuestro sistema social y las relaciones globales de poder”.
    Como podrá advertirse, esto es mucho; plantearía una reversión del “progreso” actual a perspectivas inciertas, que pueden semejarse o aproximarse al pasado remoto de los seres humanos.
    CEPAL se plantea, al respecto, estas preguntas: ¿Cómo crear prosperidad sin consumir recursos fósiles? ¿Cómo redistribuimos sin crear nuevos perdedores? ¿Qué tipo de economía necesitamos para satisfacer nuestras necesidades, sin vivir más allá de nuestras posibilidades? Y también: ¿Qué podemos esperar y cómo superamos nuestro miedo? ¿Qué tenemos que hacer?
  He aquí la respuesta, cargada de desafíos y dramatismo: “todo”, expresa el mencionado organismo. Añade: “Tenemos que echar a andar todo y a todos. Las estrategias deben ser numerosas, variadas y efectivas. Y, sobre todo, deben atacar los cimientos del problema (¿de la civilización?).
   El hecho real es que los países desarrollados, que son los más contaminantes del medio ambiente, no acaban de concertar acuerdos que detengan un mayor deterioro causado en los países y en los seres humanos por el cambio climático. El protocolo de Kioto, de hace más de una década, no fue “vinculante”, por lo que careció de aplicación, con el rigor que demandaba la crisis. En la reunión de Copenhague, de 2009, se fracasó en el intento de alcanzar un nuevo acuerdo, esta vez obligatorio, para unos y otros. En la reunión de Cancún, efectuada en diciembre pasado, tampoco fructificaron resoluciones que satisfagan plenamente. Estos antecedentes hacen suponer, a los entendidos, que en la cumbre de Durban (Sudáfrica), a efectuarse este año, “tampoco es de esperar (que) dé como resultado el acuerdo justo, ambicioso y legalmente vinculante que necesitamos”.
   En tanto, los científicos y expertos coinciden en expresar que, “el tiempo se nos está acabando”. Un último informe del Banco Mundial dice que los modelos del cambio climático existentes advierten que “incluso los esfuerzos más ambiciosos de mitigación pueden dar lugar a un calentamiento (global) de dos grados centígrados  o más (nivel considerado ya peligroso)  y la mayoría de los modelos prevén que una mitigación menos intensa daría lugar a un calentamiento de 3ºC y hasta 5ºC y más (aunque con menor certeza en cuanto a estos niveles superiores de calentamiento)”.
   Por lo anterior, puede apreciarse que este año subieron en muchos decibeles las voces que exteriorizan preocupación, no exenta de alarma, sobre el cambio climático. No es para menos, si se tiene en cuenta la magnitud de los desastres y tragedias recientes en Brasil y Australia, tan distantes como las antípodas. En Buenos Aires, una tormenta de lluvia -caída el domingo 16 - estuvo acompañada de vientos huracanados de 80 kilómetros de velocidad por hora, según versiones on line de los diarios de ese día, lo que creó múltiples situaciones de emergencia en aquella gran metrópoli.
   Estos son, en apretado resumen, los efectos actuales del fenómeno atmosférico, según la científica europea Jenny Jungehülsing, contenido en el documento de Prisma:
    “El cambio climático tiene importantes repercusiones en los medios de vida de una gran parte de la población mundial. Entre los impactos más importantes que ya se pueden notar hoy en día –y se intensificarán en el futuro- están los cambios graduales como el aumento del nivel del mar, cambios en la intensidad, tiempos y distribución geográfica de las precipitaciones y cambios en la temperatura; además de impactos más visibles en el corto plazo, como cambios en la frecuencia, intensidad, tiempos y duración de eventos climatológicos extremos, como sequías, inundaciones y tormentas tropicales”.
   “Estos efectos impactan especialmente a los países en vías de desarrollo –por un lado, debido a sus características geológicas y, por el otro, por sus niveles de pobreza e inequidad, y la falta de recursos para desarrollar medidas de adaptación efectivas…”.
   Bolivia, uno de esos países, está sufriendo, en los últimos años, creciente deterioro en su producción agrícola y ganadera, por las sequías, principalmente. Personas que estuvieron en días recientes en los campos productores de caña de azúcar, de Santa Cruz, refieren haber visto que el riego se está efectuando con carros cisternas. ¡Hay que imaginarse todo lo que entraña esto!
   El IBCE (Instituto Boliviano de Comercio Exterior), a tiempo de presentar en su portal el Informe sobre el desarrollo mundial 2010 del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento/Banco Mundial, intitulado “Desarrollo y cambio climático”, emite estas opiniones, desde la óptica y el sentir nacionales”:
   “Los desafíos para el desarrollo, en la actualidad, se ven agravados
por la realidad del cambio climático y es necesaria una atención inmediata. El cambio climático es una amenaza para todas las naciones, pero en particular para los países en vías de desarrollo”.
   “Los países en desarrollo son vulnerables a los efectos del cambio climático y su crecimiento económico se verá muy afectado. Resultará todavía más difícil alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio (acordado en Naciones Unidas hace 11 años, de los 15 establecidos para su cumplimiento) y garantizar un futuro seguro y sostenible después del 2015”.
    De persistir los desacuerdos internacionales para detener el calentamiento global, los “climatólogos” vaticinan que a partir del 2015 perderán la vida, anualmente, medio millón de personas en el orbe y desde el 2020 un millón. ¿Cuántas de ellas serían de Bolivia?, es la interrogante que cabe hacerse.

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