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24.1.11

‘Las fuerzas del mercado tienen que conducir a los negocios inclusivos’

Svetlana Salvatierra, El Financiero 23 enero 2011

Julio Garret Kent. Es representante en Bolivia del SNV, una empresa social holandesa que tiene como misión reducir la pobreza y la inequidad mediante la inclusión económica y social de la población de bajos ingresos; en Bolivia están dedicados a promover la generación de cadenas de valor entre empresas consolidadas y sus proveedores rurales o pequeños productores, en una relación de ganar-ganar que aporta a mejorar el crecimiento; estiman que en Bolivia hay 100.000 beneficiarios.
— ¿Cuando empezó el SNV a realizar actividades bajo el concepto de inclusión económica en Bolivia?
— El SNV es un servicio holandés, un servicio social con presencia en 30 países de los cinco continentes, con más de 100 oficinas y más de 1.200 asesores especializados en inclusión económica. Era un brazo donante del Gobierno Holandés, ahora es una ONG. Tiene 42 años en Bolivia. Hay que señalar que hay una tendencia en el mundo: la cooperación se está restringiendo en Latinoamérica, en general, porque hemos pasado ciertos umbrales de pobreza. Es una buena noticia en el sentido de que no somos tan pobres. Pero Bolivia, a pesar de que nuestros vecinos prosperan, aún tiene indicadores de desigualdad y pobreza. El SNV decidió continuar trabajando en Latinoamérica bajo una lógica de autosostenibilidad, sigue luchando por la disminución de la pobreza y la inequidad social.
— ¿A dónde apuntan los proyectos del SNV en el país?
— En tres grandes líneas: negocios inclusivos, políticas públicas y educación vocacional. En negocios inclusivos trabajamos más en agronegocios. En políticas públicas tenemos convenio con las nueve Gobernaciones para fortalecer sus capacidades y lograr que mejoren sus políticas, en el sentido de fomentar iniciativas de inclusión y el ambiente para que se den procesos de inclusión. Con la Gobernación de La Paz desarrollamos, en el programa de camélidos, a fin de que los productores puedan insertarse en las cadenas de valor de las empresas y mejorar la productividad. Desde la Gobernación de Santa Cruz estamos trabajando con los planes de desarrollo departamental. En educación vocacional, la idea de la codificación de la experiencia laboral es establecer un estándar de lo que se necesita, por ejemplo para ser un buen albañil y se le da una certificación de que es un profesional. Eso mejora su autoestima, su inserción y si le falta algún tipo de competencia, se hace un curso específico de capacitación. Ésto se realiza con las alcaldías, gobernaciones y entidades privadas. Diseñamos los estándares, alineamos institutos y organizaciones, facilitamos. El SNV no certifica.
— ¿Y la respuesta?
— Es excelente porque el programa ya tiene unos seis años. Las gobernaciones han respondido en planes de desarrollo departamental más inclusivos. Están cerca de la gente y más preocupados de tener resultados concretos que de hacer política. Esperamos empezar a trabajar con algunos municipios para fortalecer sus capacidades y que sean vehículos para el desarrollo de la inclusión económica. Estamos trabajando con Petrobras, que quiere certificar y cualificar a los operadores de planta.
— ¿Los negocios inclusivos son sostenibles?
— El enfoque es incidir en proyectos que sean sustentables en sí mismos. Las intervenciones son muy concretas; estamos cuando nacen y necesitan solucionar cuellos de botella. Son las fuerzas del mercado las que tiene que conducir al negocio inclusivo. Es una relación ganar-ganar. Nos aseguramos de que la empresa gane y la comunidad o productor gane. Ayudamos a superar temas de desconfianza; luego ya es una relación de ellos. El 2010 hemos trabajado con 15 empresas. Apoyamos en la creación de 25 negocios inclusivos (entre empresas y productores rurales).
— ¿El concepto se amplía?
— Es muy difícil. En Ecuador ha tenido éxito, el SNV ha inspirado al Gobierno de Rafael Correa, crearon el Ministerio de Inclusión Económica y una unidad específica de negocios inclusivos; han puesto casi $us 100 millones para impulsar a las empresas. En Bolivia ha sido más complicado llegar al Gobierno central. Aclarar qué negocio inclusivo no es emprendedurismo. El SNV tiene 120 negocios inclusivos en Latinoamerica. Hemos impactado en más de 400 mil personas; unas 100 mil personas en toda Bolivia.
— ¿Implica que se formalicen?
— No se obliga a que las personas beneficiadas se formalicen. El impacto es mejorar los ingresos; lograr que un productor con seis vacas tenga el doble y duplique sus ingresos. No todos los que entran en estos negocios se formalizan, de hecho existe mucha resistencia a la formalización porque no hay incentivos. Casi todas la comunidades están dentro del régimen simplificado. Lo importante es generar un contacto, una relación de clientes y proveedores (locales y rurales).
— ¿Tienen apoyo de la CAF en un programa conjunto?
— En Latinoamérica trabajamos con el PNUD, BID, Fundación Ford. La CAF tiene un mandato muy fuerte en cuanto ha inclusión. Es un financiador, no tiene especialistas en inclusión económica, por eso es que somos buenos compañeros en esto.
— ¿Los empresarios asumen este concepto?
— Lección aprendida: la empresa abre sus puertas a proveedores y se hace bien a sí misma. Una frase lo refleja, “no puede haber empresas exitosas en sociedades fracasadas”. Se necesita vincular el impacto social al negocio principal, y la única forma de convencer a los empresarios es que en este proceso van a ganar dinero, buenos suministros y productos. Ese es el crecimiento de una nación. Si todos aunamos esfuerzos podemos tener oportunidades.

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