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21.8.11

San Buenaventura investiga para evitar impacto del clima en arroz


El calendario agrícola en el norte paceño cambió. Indígenas tacanas y productores campesinos de San Buenaventura intuyen efectos en cultivos y fuentes de agua por el chaqueo. El Panlap les da luz para mejorar la producción de arroz.
Hoy aportan a satisfacer el consumo de arroz en el departamento de La Paz, mas su actividad no es sostenible: amplían la frontera agrícola para tener más espacios para cultivar, pero sin sistemas de riego, cada cuatro años deben chaquear, dependen de las lluvias, la calidad afecta a los precios.
Logran cosechar de una a dos toneladas por hectárea si el clima es benigno, es decir que llueva entre septiembre y diciembre para ayudar a la siembra. Ése era su conocimiento de la naturaleza. Hoy, esperan los resultados del proyecto Panlap para tener la certeza de qué tipo de arroz es el más adecuado para cultivar en esas zonas, aledañas al parque nacional Madidi, en la Amazonía boliviana.
Los beneficios de la venta de una arroba de arroz con chala (cáscara) oscila entre Bs 20 y Bs 35 que les ofrecen las empresas peladoras de Caranavi, su principal mercado. Se estima que hay más de 1.400 hectáreas que producen unos 20 quintales de arroz por hectárea al año.
“Hace dos años perdimos todo (con la sequía)”, recordó el presidente del Consejo Indígena del Pueblo Tacana (Cipta), que aglutina a 24 comunidades en La Paz y Pando, Jesús Leal.  “Somos productores de arroz”.
“De las cinco hectáreas que tengo apenas saqué cinco bolsas de arroz que fueron para el consumo familiar. Y fue igual con el resto de productores”, acotó el secretario de Relaciones de la Federación Sindical de Productores Agropecuarios de la Provincia Abel Iturralde (Fespai), Arnol Mamani.
Y agrega que ahora “hay conciencia de cuidar el agua; por el lado de Ixiamas ha habido chaqueo y nuestros mismos compañeros han hecho daño a las fuentes de agua...Cuesta con nuestros hermanos y no entienden; dicen ‘si cuido, quién me va a pagar’. Hemos empezado a ver alternativas”.
Frente a esta situación y después de varios años de espera, en marzo del año pasado se inició el proyecto Agrícola forestal con valor agregado para elevar el nivel de vida de pequeños agricultores en el Norte de La Paz, conocido como Panlap. Tiene el apoyo técnico y financiero de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) con un monto aproximado de tres millones de dólares.
La primera fase corresponde a la etapa de investigación en parcelas demostrativas; se busca definir una estrategia agrícola forestal a través del mejoramiento del sistema productivo de cultivos de arroz y de cacao, que aporte a dar seguridad alimentaria y más ingresos a los productores. En la segunda fase se conformará una estructura operativa funcional para concretizar la estrategia y fortalecer capacidades de las entidades participantes (gobiernos nacional y subregionales) y de los productores, señaló el jefe asesor del Panlap, Koji Yamaguchi.
El área objetivo son aproximadamente 40.000 kilómetros, de la provincia Abel Iturralde, que incluye a pueblos indígenas y campesinos de las comunidades interculturales (excolonizadores).
Se seleccionó a las comunidades Santa Rosita (en San Buenaventura) y Bella Altura (comunidad de la TCO Tacana)  para implementar parcelas de investigación de arroz y cacao.
En el primer ciclo de producción se desarrollaron técnicas y mejores prácticas para la producción de siete tipos de arroz y la aplicación del concepto de parcela agroforestal y manejo de un vivero experimental para la producción de cacao, detalló Boris Rojas, agrónomo boliviano, técnico del Panlap.
Similar actividad se realiza en en el municipio de  Ixiamas, en predios municipales.
La Razón visitó las parcelas de investigación y conversó con los representantes de Cipta y Fespai, quienes mostraron su interés porque el proyecto tiene resultados positivos en el primer año para mejorar sus cultivos.
Ambas entidades reconocen que es relevante la participación de los gobiernos municipales y de la Gobernación de La Paz. Esperan que cumplan con su contraparte: contratar técnicos que serán responsables de transmitir los conocimientos y aportar a consolidar la estrategia. Recién hace un mes, la gobernación contrató a uno de ellos.
Cipta y Fespai eligieron en sus comunidades a varios jóvenes que ahora son becarios de JICA. Se capacitan para retransmitir los conocimientos.
Construir sistemas de riego será el primer desafío para la futura estrategia. Los productores esperan resultados de otras 12 variedades para en un cultivo a riego, en menor espacio tener mayor rendimiento y cosechar hasta tres veces al año.

Entidades  y objetivos del Panlap
En octubre del 2006, Bolivia solicitó el apoyo del Gobierno del Japón. Después de todos los trámites, el Panlap se inició en marzo del 2010.
La participación boliviana cuenta con el INIAF, la Gobernación de La Paz y los gobernaciones de San Buenaventura e Ixiamas. JICA representa al Japón con el objetivo de reducir la pobreza de agricultores.



FOTÓGRAFO: Eduardo Schwartzberg. Becarios de comunidades indígenas y campesinas aprenden a trasplantar los plantines de arroz en las parcelas demostrativas.


Yuca y plátano de freír son cultivos alternativos mientras crece el cacao

 “El plátano sirve para dar semisombra a la nueva planta de cacao”, asegura el técnico del Panlap, Boris Rojas. Es mejor que la planta sea del plátano de freír porque se comercializa más y beneficia al productor que se inicia en el cultivo del cacao, agrega.
En la parcela agroforestal, en Santa Rosita, se plantaron cada 20 metros plantines de plátano que servirán para dar sombra a los plantines de cacao que van creciendo en un novedoso vivero experimental.
“Esperamos que el próximo mes podamos hacer el trasplante de los plantines de cacao. Aunque no van a tener una buena sombra porque son pequeños, pero sirven para cubrir las necesidades del cacao”, indicó Rojas. Cuando el cacao crezca y tenga un buen follaje, a los seis meses, las plantas de banano deberán ser erradicadas, aclara el técnico.
Es un cultivo de mucha inversión inicial porque es en el cuarto o quinto año que el cacao produce sus frutos. Por ello, es que los cultivos de banano o de yuca favorecen a la economía del pequeño productor.
En este proyecto de mejoramiento de la producción de cacao de calidad en el norte paceño, el Gobierno de Brasil apoya en la parte técnica por la experiencia que tienen en este tipo de cultivos, anunció el jefe Asesor del Panlap, Koji Yamaguchi.
En San Buenaventura se tiene cacao silvestre y criollo. Proyectos anteriores de otras organizaciones no gubernamentales les donaron plantas de cacao. Sin la capacitación adecuada, dejaron que crezcan y no aprovecharon este cultivo. El Panlap está recuperando una parcela de cacao en la comunidad tacana de Bella Altura.
Según información de la Bolsa de valores de Nueva York, el jueves los contratos de futuros de cacao cerraron a los siguientes precios: a septiembre el valor máximo fue de 3.032 dólares por tonelada y cerró en 2.985.
En www.canacacao.org señalan que “algunos comercializadores están preocupados por un posible déficit de oferta por cuarto año consecutivo, ya que las plantaciones más antiguas en Costa de Marfil están siendo afectadas por enfermedades”. Y mencionan que en Perú se anuncian “buenas noticias para los productores nacionales de cacao” porque el precio en el mercado internacional se está disparando y puede llegar a los $us 3.720, la tonelada.

Misión de evaluación
La misión de evaluación de JICA llegará en octubre para analizar el avance de la primera fase del proyecto Panlap. Esta fase de investigación en las parcelas es de tres años. Falta que Bolivia cumpla con la contraparte comprometida.



JICA capacita a becarios indígenas y campesinos

“Cultivo arroz pero ahora con las técnicas que aprendemos aquí en las parcelas del proyecto Panlap las aplicaré para tener una mejor producción”, afirmó Yhonny Rivero, un joven productor campesino de la Central 2 de Agosto de la Comunidad 25 de Mayo. Es uno de ocho hermanos que vive en el municipio de San Buenaventura y está decidido a ser un productor de arroz exitoso, al igual que otra decena de becarios de JICA que se capacitan en técnicas que cuadruplicarán el rendimiento de este producto agrícola.
Los becarios de JICA son elegidos por sus comunidades, son jóvenes, hombres y mujeres, que muestran interés para aprender y luego transmitir con “más confianza” en sus comunidades, destacó el jefe asesor del proyecto Panlap, Koji Yamaguchi.
“Lo importante es que ellos repliquen el conocimiento de este tipo de técnicas para mejorar los cultivos de arroz”, reiteró.
Para el secretario de Relaciones de la Fespai, Arnol Mamani, esta acción es importante “porque hemos sido muy reiterativos a los hermanos que llevan este proyecto que nuestro gobierno municipal y departamental puedan quedarse con los resultados de este estudio (...) antes los estudios se los llevaban cargados cuando terminaba el proyecto. Ése era el problema”. Destacó la alianza y cooperación entre los gobiernos de Bolivia y Japón. Empero, ratifica que el gobierno departamental tiene que poner su granito de arena.
Las comunidades tacanas son 24 y las comunidades campesinas  interculturales son 72, pero unas 60 se dedican a cultivar el arroz, las otras a la recolección de la castaña, aclaró Mamani.
En el sitio web del Instituto nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) se destaca que “científicos bolivianos y nipones obtuvieron, a través de un novedoso sistema de riego,  una nueva cosecha que cuatriplicaría la producción del cereal en el norte paceño”.
Explican que en el norte de La Paz “los productores tradicionalmente siembran variedades del tipo  estaquilla blanca y colorada. La investigación permitió introducir nuevas variedades como: noventón, jasayé, tapeque, acoleto y cheruje, que tienen un mayor rendimiento con el sistema irrigado (también llamado inundado)”.
Los sistemas de cultivo investigados son el tradicional que utiliza el chaqueo y siembra directa, sistema  acostumbrado de la región; el semimecanizado, con nivelación de terreno con tractor, corte de otras plantas y tratamientos sanitarios convencionales a mano; y el de riego o bajo inundación, que mantiene a la planta en el agua durante todo su ciclo, considerando que el arroz es una planta acuática.
“Este tercer sistema, tuvo buenos resultados: el crecimiento del arroz fue rápido, no se registraron problemas de enfermedades, no se tuvo que realizar limpieza de “chume” y se podrá obtener dos cosechas por año (una cada 4 a 5 meses). Con la investigación que está en proceso se pretende confirmar que el arroz sembrado bajo inundación puede cosecharse hasta dos veces en un año”.

Impacto del clima
Sequía
Hasta hace un par de años la siembra de arroz de  agosto era acompañada de luvias intermitentes que aportaban a un mejor producto. Hoy, luego de la sequía que arruinó el 100% de los cultivos, ese tipo de lluvias desaparecieron.

Producción
Seguir cultivando a secano, esperar a las lluvias, sin un sistema de riego adecuado ha provocado que la producción del arroz se reduzca en un 60% en todas las comunidades indígenas tacanas. Además no cultivan las variedades adecuadas.

Agua
El chaqueo amplía la frontera agrícola sin planificación. Los productores de comunidades interculturales denuncian asentamientos ilegales en las serranías de Ixiamas que afectan a las fuentes de agua, en la provincia Abel Iturralde.

Estrategia
El proyecto Panlap busca consolidar una estrategia agrícola forestal para el aprovechamiento de recursos naturales y el manejo adecuado de la agricultura, suelos y agua en el sector de San Buenaventura.

Svetlana Salvatierra. Publicado en El Financiero 21 agosto 2011.

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