Cuatro miembros del directorio de la sociedad anónima Empresa Minera
Comunitaria Kaa Iya visitaron el jueves la sede de gobierno para conocer
algún avance al respecto en el Ministerio de Economía Plural. Hasta el
cierre de esta edición, este medio esperó a que ese despacho respondiera
sobre la situación de una carta enviada en marzo, en la que solicitan
el suministro del energético.
“Necesitamos que el Gobierno nos apruebe la provisión de gas para el
proyecto de los ayoreos, guaranís y chiquitanos. Es un sueño para
nosotros”, enfatizó Rebeca Chiqueno, secretaria de Género de la Central
Ayorea Nativa del Oriente Boliviano (CANOB) y miembro del directorio.
La empresa es una iniciativa aprobada en 20 asambleas por las
comunidades indígenas que están en el área de influencia del Parque
Nacional y Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) Kaa Iya, en el
departamento de Santa Cruz.
SOCIOS. Pertenecen a la Capitanía del Alto Isoso y Capitanía del Bajo
Isoso donde habitan guaranís, los ayoreos de Santa Teresita y la Central
Indígena de Comunidades Chiquitanas. Ellos tienen el 49% de las
acciones de la sociedad anónima: También son responsables de los
recursos naturales que hay en su territorio.
Manuel Chiqueno, dirigente de la CANOB, destaca que la Constitución
Política del Estado reconoce a los indígenas y pueden conformar empresas
y “soñar con mejores días”. El segundo capitán del Alto Isoso, Ricardo
Romero, coincide: “Eso es lo que queremos para nuestro pueblo, estamos
avanzando con el proyecto porque es histórico. Nunca pensamos tener
empresa. Gracias a nuestro Gobierno que nos ha reconocido mediante la
Carta Magna”.
El 51%
está en manos de un grupo de empresarios privados liderados por Rosendo
Barbery, quien posee la concesión minera a 87 kilómetros de Roboré, en
el límite del AMNI Kaa Iya, en la provincia Cordillera, cerca de Fortín
Ravelo. La extensión del área de la concesión minera Caliza Santa Cruz
es de 19.850 hectáreas (74 cuadrículas). Según las opciones que permite
el plan de manejo del Parque Nacional AMNI Kaa Iya, el proyecto minero
se ubicará en la zona de “uso intensivo extractivo” en el área 8 de la
Quebrada Abaroa y el área 6 del Bosque Chiquitano en Transición.
Respetarán la aplicación de medidas de mitigación que manda la norma
vigente y por la que se les otorgó la licencia ambiental en marzo de
2012. La inversión previa de los estudios corre por cuenta de los
empresarios privados. Las estimaciones señalan que en el yacimiento hay
caliza de buena calidad para ser explotada durante unos 100 años o más.
Pero no son los únicos que aguardan por la aprobación de la provisión
de gas, hay al menos un par de proyectos de Soboce e Itacamba que
esperan lo propio.
La
fábrica de cemento de la sociedad comunitaria empresarial estará fuera
del ANMI, a unos cinco kilómetros del gasoducto al Brasil. Si YPFB les
provee de gas natural construirán un ramal que conecte a la planta con
el gasoducto. “Necesitamos que el Gobierno nos garantice que vamos a
tener gas en los próximos 36 meses (2016)”, precisó Higinio Flores,
representante de la empresa.
La inversión para la planta alcanza los 166 millones de dólares. “Este
es un modelo novedoso”, en relación a la sociedad entre la “fuerza
social” indígena y la empresarial y técnica, agregó Flores. La
construcción de las instalaciones estará a cargo de FL Smith, fabricante
de maquinaria con tecnología de producción limpia.
Los directores esperan la aprobación a la solicitud de compra de gas.
Ya cuentan con la ingeniería energética, el plan de negocios, la
licencia ambiental de exploración y estatutos donde cualquier decisión
se toma por unanimidad del directorio (no hay simple mayoría y consultan
a las comunidades según sus usos y costumbres).
Con el contrato de provisión podrán cerrar el negocio con la compañía
FL Smith y empezar la construcción. Anhelan que después de 2016, cuando
la planta esté en pleno funcionamiento, puedan usar los recursos para
proyectos que mejorarán sus viviendas (habitan en chozas de madera con
techo de palmas o en precarias viviendas de adobe donde la vinchuca
ronda, pica y provoca chagas) y sus cultivos que hoy son para su
sobrevivencia.
Los hitos históricos del modelo
Inicio
La Empresa Minera Comunitaria Kaa Iya empezó a gestarse en 2009. Veinte
asambleas y coordinación entre pueblos indígenas logró acuerdos.
Registro
En noviembre de 2010 realizaron el registro en Fundempresa con todos los documentos legales exigidos por ley.
Permiso
La licencia ambiental de exploración les fue otorgada en marzo de 2012. Esperan el contrato de provisión de gas.
Erradicar la pobreza es la meta en las comunidades
Los recursos que generará la planta serán utilizados en varios proyectos de desarrollo integral
En el marco de la Constitución Política del Estado, según los artículos
30, 306, 397 y otros, la Empresa Comunitaria Indígena Kaa Iya busca
“generar un polo de desarrollo en sus regiones postergadas del progreso
cientos de años”, con el fin de mejorar la calidad de vida de los
habitantes del Gran Chaco.
En un boletín de esta empresa se subraya que “ cumplidos diez años de
la creación del Parque Kaa Iya del Gran Chaco, los pueblos ayoreo,
chiquitano y guaraní (coadministradores del parque junto al Servicio
Nacional de Áreas Protegidas) son tan pobres como en el principio, pese a
vivir en una región rica en minerales, madera, ganadería y otros
recursos naturales”, y agrega que hay gente inescrupulosa que “explota
clandestinamente madera y otros recursos naturales, evadiendo los
frágiles controles de esa área protegida”.
Tener viviendas con buenas habitaciones, servicios básicos, escuelas,
educación de calidad, agricultura y ganadería que genere excedentes son
parte de los sueños de las comunidades indígenas que forman parte de la
empresa minera, cuyos ingresos futuros ya tienen destino. Y esa es una
decisión unánime del directorio de la futura cementera.
“Hemos visto la necesidad para nuestros hijos y nietos y queremos
proyectos para mejorar la educación y salud de nuestros hijos y nietos”,
enfatizó Rebeca Chiqueño, una de las directoras de la empresa. Ella es
ayorea. Reclama que el 80% de los ayoreos enfrentan problemas del
chagas. Un programa de salud comunitaria recién empezó a ser
implementado este mes con recursos del Fondo Indígena. “Queremos salir
de la pobreza”, enfatiza Ricardo Romero.
Los socios de la minera
La estructura societaria de la Empresa Minera Comunitaria Kaa Iya SA
está compuesta por el 13% Alto Isoso, 13% Bajo Isoso, 13% Central de
Comunidades de Indígenas Chiquitanos-Turubó, 10% Santa Teresita y 51%
empresarios bolivianos.
Directores
Rebeca Chiqueno Necesitamos programas de educación
“Necesitamos proyectos de educación para nuestros hijos y nietos,
porque el pueblo ayoreo no está educado, faltan técnicos del pueblo
ayoreo. Necesitamos proyectos de salud y también para diabetes, hay
muchos con este problema. No tenemos mercado para nuestras artesanías;
tejemos y vendemos en la calle. Si llueve, no se vende nada”.
Manuel Chiqueno Es importante hacer proyectos productivos
“Para el pueblo ayoreo es importante hacer proyectos productivos y
mejorar las viviendas y tener buenas habitaciones. La otra parte que nos
falta es mostrar nuestra artesanía. Queremos que nuestros sembradíos de
maíz, arroz y yuca mejoren. Tenemos que encontrar formas para que en el
futuro tengamos cambios”
Cirilo Yerema Queremos ampliar la agricultura
“Cada comunidad tiene un proyecto de ganadería, pero no tenemos los
recursos suficientes en este momento para llevarlos hacia adelante.
Queremos ampliar la agricultura, porque a eso nos dedicamos los pueblos
de Alto Isoso. En noviembre empezamos a trabajar, porque viene la
lluvia, viene el río y empieza la agricultura; la ganadería es
permanente”.
Ricardo Romero Soñábamos con constituir esta empresa
“Nosotros soñábamos con esta empresa para un desarrollo integral. La
capitanía tiene sus programas para invertir en la erradicación de la
pobreza que existe en la zona. Tenemos proyectos en ganadería,
agricultura en 600.000 hectáreas y para agricultura mecanizada unas
1.500 hectáreas. Vamos a tener el sueño y ampliarlo”.
Svetlana Salvatierra. Publicado en El Financiero, 18 de agosto de 2013.
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