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26.8.13

Cementera comunitaria Kaa Iya pide gas para operar desde 2016

Ochenta y un comunidades de los pueblos ayoreo, chiquitano y guaraní se asociaron a empresarios y proyectaron y constituyeron una cementera en la provincia Cordillera. Todo está listo para edificar la planta, pero precisan gas para operar desde 2016.
Cuatro miembros del directorio de la sociedad anónima Empresa Minera Comunitaria Kaa Iya visitaron el jueves la sede de gobierno para conocer algún avance al respecto en el Ministerio de Economía Plural. Hasta el cierre de esta edición, este medio esperó a que ese despacho respondiera sobre la situación de una carta enviada en marzo, en la que solicitan el suministro del energético.
“Necesitamos que el Gobierno nos apruebe la provisión de gas para el proyecto de los ayoreos, guaranís y chiquitanos. Es un sueño para nosotros”, enfatizó Rebeca Chiqueno, secretaria de Género de la Central Ayorea Nativa del Oriente Boliviano (CANOB) y miembro del directorio.
La empresa es una iniciativa aprobada en 20 asambleas por las comunidades indígenas que están en el área de influencia del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) Kaa Iya, en el departamento de Santa Cruz.
SOCIOS. Pertenecen a la Capitanía del Alto Isoso y Capitanía del Bajo Isoso donde habitan guaranís, los ayoreos de Santa Teresita y la Central Indígena de Comunidades Chiquitanas. Ellos tienen el 49% de las acciones de la sociedad anónima: También son responsables de los recursos naturales que hay en su territorio.
Manuel Chiqueno, dirigente de la CANOB, destaca que la Constitución Política del Estado reconoce a los indígenas y pueden conformar empresas y “soñar con mejores días”. El segundo capitán del Alto Isoso, Ricardo Romero, coincide: “Eso es lo que queremos para nuestro pueblo, estamos avanzando con el proyecto porque es histórico. Nunca pensamos tener empresa. Gracias a nuestro Gobierno que nos ha reconocido mediante la Carta Magna”.
El 51% está en manos de un grupo de empresarios privados liderados por Rosendo Barbery, quien posee la concesión minera a 87 kilómetros de Roboré, en el límite del AMNI  Kaa Iya, en la provincia Cordillera, cerca de Fortín Ravelo. La extensión del área de la concesión minera Caliza Santa Cruz es de 19.850 hectáreas (74 cuadrículas). Según las opciones que permite el plan de manejo del Parque Nacional AMNI Kaa Iya, el proyecto minero se ubicará en la zona de “uso intensivo extractivo” en el área 8 de la Quebrada Abaroa y el área 6 del Bosque Chiquitano en Transición.
Respetarán la aplicación de medidas de mitigación que manda la norma vigente y por la que se les otorgó la licencia ambiental en marzo de 2012. La inversión previa de los estudios corre por cuenta de los empresarios privados. Las estimaciones señalan que en el yacimiento hay caliza de buena calidad para ser explotada durante unos 100 años o más.
Pero no son los únicos que aguardan por la aprobación de la provisión de gas, hay al menos un par de proyectos de Soboce e Itacamba que esperan lo propio.
La fábrica de cemento de la sociedad comunitaria empresarial estará fuera del ANMI, a unos cinco kilómetros del gasoducto al Brasil. Si YPFB les provee de gas natural construirán un ramal que conecte a la planta con el gasoducto. “Necesitamos que el Gobierno nos garantice que vamos a tener gas en los próximos 36 meses (2016)”, precisó Higinio Flores, representante de la empresa.
La inversión para la planta alcanza los 166 millones de dólares. “Este es un modelo novedoso”, en relación a la sociedad entre la “fuerza social” indígena y la empresarial y técnica, agregó Flores. La construcción de las instalaciones estará a cargo de FL Smith, fabricante de maquinaria con tecnología de producción limpia.
Los directores esperan la aprobación a la solicitud de compra de gas. Ya cuentan con la ingeniería energética, el plan de negocios, la licencia ambiental de exploración y estatutos donde cualquier decisión se toma por unanimidad del directorio (no hay simple mayoría y consultan a las comunidades según sus usos y costumbres).
Con el contrato de provisión podrán cerrar el negocio con la compañía FL Smith y empezar la construcción. Anhelan que después de 2016, cuando la planta esté en pleno funcionamiento, puedan usar los recursos para proyectos que mejorarán sus viviendas (habitan en chozas de madera con techo de palmas o en precarias viviendas de adobe donde la vinchuca ronda, pica y provoca chagas) y sus cultivos que hoy son para su sobrevivencia.

Los hitos históricos del modelo
Inicio
La Empresa Minera Comunitaria Kaa Iya empezó a gestarse en 2009. Veinte asambleas y coordinación entre pueblos indígenas logró acuerdos.
Registro
En noviembre de 2010 realizaron el registro en Fundempresa con todos los documentos legales exigidos por ley.
Permiso
La licencia ambiental de exploración les fue otorgada en marzo de 2012. Esperan el contrato de provisión de gas.


Erradicar la pobreza es la meta en las comunidades

Los recursos que generará la planta serán utilizados en varios proyectos de desarrollo integral
En el marco de la Constitución Política del Estado, según los artículos 30, 306, 397 y otros, la Empresa Comunitaria Indígena Kaa Iya busca “generar un polo de desarrollo en sus regiones postergadas del progreso cientos de años”, con el fin de mejorar la calidad de vida de los habitantes del Gran Chaco.
En un boletín de esta empresa se subraya que “ cumplidos diez años de la creación del Parque Kaa Iya del Gran Chaco, los pueblos ayoreo, chiquitano y guaraní (coadministradores del parque junto al Servicio Nacional de Áreas Protegidas) son tan pobres como en el principio, pese a vivir en una región rica en minerales, madera, ganadería y otros recursos naturales”, y agrega que hay gente inescrupulosa que “explota clandestinamente madera y otros recursos naturales, evadiendo los frágiles controles de esa área protegida”.
Tener viviendas con buenas habitaciones, servicios básicos, escuelas, educación de calidad, agricultura y ganadería que genere excedentes son parte de los sueños de las comunidades indígenas que forman parte de la empresa minera, cuyos ingresos futuros ya tienen destino. Y esa es una decisión unánime del directorio de la futura cementera.
“Hemos visto la necesidad para nuestros hijos y nietos y queremos proyectos para mejorar la educación y salud de nuestros hijos y nietos”, enfatizó Rebeca Chiqueño, una de las directoras de la empresa. Ella es ayorea. Reclama que el 80% de los ayoreos enfrentan problemas del chagas. Un programa de salud comunitaria recién empezó a ser implementado este mes con recursos del Fondo Indígena. “Queremos salir de la pobreza”, enfatiza Ricardo Romero.

Los socios de la minera
La estructura societaria de la Empresa Minera Comunitaria Kaa Iya SA está compuesta por el 13% Alto Isoso, 13% Bajo Isoso, 13% Central de Comunidades de Indígenas Chiquitanos-Turubó, 10% Santa Teresita y 51% empresarios bolivianos.
 
Directores
Rebeca Chiqueno Necesitamos programas de educación
“Necesitamos proyectos de educación para nuestros hijos y nietos, porque el pueblo ayoreo no está educado, faltan técnicos del pueblo ayoreo. Necesitamos proyectos de salud y también para diabetes, hay muchos con este problema. No tenemos mercado para nuestras artesanías; tejemos y vendemos en la calle. Si llueve, no se vende nada”.
 
Manuel Chiqueno Es importante hacer proyectos productivos
“Para el pueblo ayoreo es importante hacer proyectos productivos y mejorar las viviendas y tener buenas habitaciones. La otra parte que nos falta es mostrar nuestra artesanía. Queremos que nuestros sembradíos de maíz, arroz y yuca mejoren. Tenemos que encontrar formas para que en el futuro tengamos cambios”
 
Cirilo Yerema Queremos ampliar la agricultura
“Cada comunidad tiene un proyecto de ganadería, pero no tenemos los recursos suficientes en este momento para llevarlos hacia adelante. Queremos ampliar la agricultura, porque a eso nos dedicamos los pueblos de Alto Isoso. En noviembre empezamos a trabajar, porque viene la lluvia, viene el río y empieza la agricultura; la ganadería es permanente”.
 
Ricardo Romero Soñábamos  con constituir esta empresa
“Nosotros soñábamos con esta empresa para un desarrollo integral. La capitanía tiene sus programas para invertir en la erradicación de la pobreza que existe en la zona. Tenemos proyectos en ganadería, agricultura en 600.000 hectáreas y para agricultura mecanizada unas 1.500 hectáreas. Vamos a tener el sueño y ampliarlo”.

Svetlana Salvatierra. Publicado en El Financiero, 18 de agosto de 2013.

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