Aunque con cierto
recelo, se dejan tomar fotos. Un centenar de campesinas exponen polleras
y mantas en Lluto. Diez reciben un premio pero todas ganan: saben
coser, tejer, cultivar y aprendieron sus derechos. “Ya no tengo miedo”,
expresa una de ellas a la “hermana” periodista.
Son mujeres que viven en las comunidades del sector Loma: Jancocahua,
Collana, Nuñumayani y Totorani en el municipio de Mecapaca y Jucumarca y
Wacawacani en Palca, que participan en el programa de desarrollo
integral de comunidades indígenas aymaras de la Asociación Civil Ayni.
“Cuando empezamos eran un poco cerradas”, señala la agrónoma paceña
Justa Mamani Quispe, responsable de los talleres de capacitación. “Han
perdido el miedo y aprendido una actividad que les sirve. Es un logro
que les ayuda económicamente”, enfatiza. Las polleras se venden en
ferias, fiestas y en la Max Paredes en la ciudad de La Paz.
“El programa promueve la equidad de género a través de talleres de
costura. Se impulsa un proceso de empoderamiento basado en el
conocimiento de sus derechos económicos, humanos y civiles. Aprenden que
la Constitución Política del Estado las ampara, pero ellas tiene que
hacer valerlos”, explica el director de Programas de Ayni, Sergio Elío
Mansilla. Son pequeñas comunidades, a pocas horas de La Paz, a las que
se llega por un camino de tierra disfrutando del Illimani y el Mururata.
Aún desconocen los beneficios del Seguro Universal Materno Infantil
(SUMI) y no hay un Servicio Legal Integral Municipal (SLIM). “Los casos
de violencia no salen a la luz y eso hace que la autoestima de la mujer
permanezca baja”, subraya Elío. También realizan talleres con hombres y
los más jóvenes empiezan a cuestionar “costumbres” como el golpear a la
mujer o excederse con el alcohol.
Para
homenajearlas, un grupo de esposos se ocupó ese día de servir el
almuerzo, mientras que otro permaneció en sus viviendas al cuidado de
los niños. A las dos de la tarde todas estaban listas para volver a pie a
sus comunidades y retomar sus labores: la costura, la casa, la chacra y
el retablo. Ni micros, ni minibuses, ni taxis transitan por ahí. Sólo
los fines de semana contratan vehículos para trasladar productos
agrícolas a los mercados Rodríguez y Chasquipampa.
Destaca que Ayni les ayuda con la mitad del costo de la tela para
elaborar polleras. “Nosotras aumentamos el resto. Queremos aprender bien
para abrir una tienda”, señala con esperanza. Una pollera de las que
usan cuesta Bs 500 como mínimo. “Es caro, y la costura en La Paz nos
cobran Bs 180. Ahora ya sabemos coser, no gastamos en eso”, afirma.
La jurado, Miguelina Mamani Gutiérrez, que vende en la Feria 16 de
Julio, asegura que “cuando una sabe su medida hace su propia pollera”.
Lo más difícil es la presilla (cintura), pues la tela se dispone y se cose a mano, aclara Lidia Mejillones.
“Queremos aprender más, además ya hemos perdido el miedo a hablar”, expresa Yenet Apaza y sus compañeras de Collana sonríen.
Ahora buscan proyectos de agua y riego. “Es otro logro”, dice Geraldine
Oropeza, psicóloga de Ayni y Virginia Mamani invita: “Que se animen las
mujeres y participen”.
Objetivo de ayni para el desarrollo
Programa
El objetivo es disminuir la elevada condición de vulnerabilidad de
comunidades indígenas aymaras situadas en el sector Loma con estrategias
de organización y producción que contemplan la perspectiva de género.
Acciones
Fortalecer las organizaciones comunales para que incidan en los
sindicatos campesinos y logren políticas públicas que contemplen a la
mujer, la mejora en la producción agropecuaria y la seguridad
alimentaria.
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