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23.11.13

Del bolo al Manífico

Horacio y Felipe Vera Loza
¿Recuerdan el bolo, helado de agua en un largo y delgado envase de plástico que valía Bs 0,50? Fue en los 80, años marcados por la hiperinflación. Hoy, Delizia, especialista en helados y jugos, lanzó Manífico, un producto de negocios inclusivos que valorizan al agricultor boliviano.
La empresa de la familia Vera Loza acaba de cumplir 25 años, aniversario de plata compartido con 880 empleos directos, 4.000 familias de proveedores de leche y frutas y empresas de servicios.
¿Cuántas variedades de helados tienen? Tarda unos segundos en contestar y da la cifra que llega al “medio centenar”, sin contar los jugos Tampico, leches saborizadas, yogures, mantequilla y tortas heladas, con los que llegan a 400 productos. Horacio Vera Loza es gerente de proyectos, desarrollo e investigación y trabaja en Delizia hace tres años creando nuevos productos. Se especializó en Europa en la industria del helado. Es uno de tres hijos de Felipe Vera Loza y se prepara para tomar la posta, en lo que su padre está empeñado para la segunda generación.
“Somos  ágiles en la creación de nuevos productos. Sacamos algunos en tres meses y otros, como el Manífico, en un año y medio”, detalla. Además del sabor y la calidad de la materia prima, incorporan nueva tecnología para cumplir con los requisitos de un exigente consumidor boliviano.
“Manífico, sin la letra g, es porque queremos hacer énfasis en la cobertura de chocolate con maní acompañada de la salsa de maní y caramelo. Tenemos una gran variedad de maníes bolivianos reconocidos en el exterior y que queremos potenciar”, destaca el joven ejecutivo en cuyos planes está el trabajar con más proveedores nacionales. “Antes de importar queremos ver qué es lo que tiene el país para ofrecer y que podamos promocionarlos juntos”.
El maní lo adquieren de la asociación de productores de Sucre, unas 150 familias que se dedican a este cultivo en Chuquisaca. La metodología que están perfeccionando es la del negocio inclusivo que implica trabajar con productores en base a una demanda que les permita optimizar su producción, reducir sus costos, aumentar sus utilidades y convertirse en sujetos de crédito bancario.
Empezaron con sus proveedores lecheros en el altiplano paceño, en las provincias lecheras de Los Andes, Murillo, Aroma, Omasuyos e Ingavi. Desde 2008 encontraron la forma de ayudarlos a conseguir microcrédito. “No somos garantes, pero somos un agente de retención y comprometemos el repago del préstamo que se les da a los productores lecheros, no cobramos ningún interés, sino presionamos a las entidades microfinancieras para que puedan bajar sus tasas”, detalla Horacio Vera Loza.
El proyecto se inició con 1.200 familias que acopiaban 20.000 litros de leche por día, hoy trabajan con 3.000 familias y acopian 52.000 litros diarios. “Nuestra producción está en el orden de los 12 millones de toneladas de materias primas transformadas”, precisa Felipe Vera Loza.
El empresario que llegó de Estados Unidos con su esposa Mabel Lavadenz, después de especializarse en Ingeniería Comercial, se dedicó a comercializar bolos que un amigo producía en Cochabamba y que luego se fue a la competencia. Y decidieron fabricar helados artesanales. Continuaron con los bolos y su gran problema era congelarlos con rapidez para tener una cantidad suficiente y abastecer a los colegios. Así empezaron a invertir en maquinaria. “Una fábrica es como un banco que ve pasar el dinero, vendemos, pero no nos quedamos con el dinero; con el 10 al 13% de utilidad, el resto es pago a lecheros, a proveedores, importaciones, materiales, sueldos”, detalló el empresario.
A los productores de leche también les prestan servicio de asistencia técnica para el cuidado del ganado, mejoramiento y atención de enfermedades y vacunación contra la fiebre aftosa. Crearon el Área de Agropecuaria con este fin a la cabeza de Fernando Palacios.
Antes de empezar el siglo, Samuel Quispe se dedicó once años a la costura. Nació en Cequechuro, una comunidad en Viacha. Luego decidió volver al campo con sus padres que eran productores lecheros. Y hoy es uno de los fieles proveedores de leche de Delizia. Su trabajo empieza a las 04.30 de la mañana y este martes atendió la entrevista con El Financiero poco antes de las seis de la mañana en su establo, luego de ordeñar a media docena de sus vacas. Desde La Paz toma una hora llegar a su casa.
Tenía una vaca prestada de su hermana y ordeñaba unos diez litros. Tres años después (2003) llegó a 50 litros y luego se puso la meta de 100 litros. Hasta ese momento ordeñaba con sus manos. Estaba por rendirse, vender algunas vacas y regresar a la ciudad para dedicarse a la costura. Un amigo le comentó que vendía equipos ordeñadores. “No lo pensé dos veces y me preste del banco. Ahora vamos a llegar a los 200 litros, ésa es la nueva meta. Estoy orgulloso de trabajar en el campo, antes era una vergüenza, pero ahora no”, expresa con los ojos brillantes. Su esfuerzo se ve recompensado como proveedor de Delizia. Además sus dos hijos están en la universidad especializándose en Agronomía y Contabilidad. Espera que sigan sus pasos donde el establo y campos de cultivo de forraje se conviertan en un modelo de granja moderna.
Tiene ganado Holstein y cada vez lo va mejorando, señala Quispe, que se ganó la confianza de Idepro y del Banco FIE y de Delizia por entregar leche de calidad. Caso contrario no se puede elaborar helados bajo los estándares de esta empresa. En su hogar consumen leche tres veces a la semana. “Estamos empalagados. El sábado hacemos quesos”, cuenta.
Siete millones de naranjas al año adquiere Delizia de unas 500 familias productoras de cítricos de Alto Beni y del Chapare. Los de maracuyá y carambola ya están en sus listas. En planes está elaborar productos con copoazú, achachairú, asaí y arándanos, pero faltan proveedoras de calidad. Éstas se sumarían a las 4.000 familias de productores de alimentos y otras 1.000 de servicios. El gran proyecto es construir la nueva fábrica, más grande y moderna, cuya producción cruzará las fronteras.
 
Consolidar la empresa familiar
Transición
“Mi aspiración personal es empezar la transición de la segunda generación con mucha fuerza; hay que formarla y aconsejarla. La conducción debe tener la base de una empresa perdurable”, expresa el fundador de Delizia, Felipe Vera Loza. Sus hijos aceptan el reto y Horacio empezó a adquirir el conocimiento y la experiencia.

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