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7.11.11

Cecadem: Derechos laborales de las mujeres en El Alto se vulneran

Un estudio impulsado por el Cecadem en El Alto muestra, de manera general, que en los últimos años “las condiciones de superación de los niveles de pobreza y vulneración de derechos de las mujeres no han sufrido grandes transformaciones”.
Se señala en la investigación que el trabajo de la mujer sigue “caracterizado por elementos determinados por su situación social o cultural así como mecanismos del mercado laboral que se expresan en términos de género y se traducen en sesgos discriminatorios que les impide participar en forma igualitaria en la economía”.
La investigación Derechos económicos de las mujeres en el mercado laboral y el tejido económico en la ciudad de El Alto fue desarrollada por el Centro de Capacitación y Desarrollo de la Mujer y la Familia (Cecadem) en el marco del Convenio para el Empoderamiento de la Mujer en Perú y Bolivia, proyecto impulsado por Solidaridad Internacional y financiado por la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Las estadísticas oficiales establecen en El Alto una población femenina que abarca el 51,4% de la población proyectada para el 2010; es decir que de un total de 960.767 habitantes el año pasado habían 494.043 mujeres en esa ciudad.
De ese número, los hogares con jefas de hogar son el 24,26%, de las cuales el 82,8% está en situación de extrema pobreza. Los datos fueron recopilados del Plan Estratégico de la Dirección de Género y Gestión Social del Gobierno Municipal de El Alto 2001-2011.
El estudio presenta un diagnóstico detallado sobre el ejercicio de los derechos al trabajo, a un salario equitativo y a la capacitación y formación técnico-cultural. Realizaron encuestas a mujeres entre los 14 y 60 años de edad en los Distritos 1, 2, 3, 5 y 6 de la ciudad de El Alto.
Si bien existen normas laborales y la propia Constitución Política del Estado (Art. 48) protege los derechos de la mujer en cuanto al trabajo y empleo, el estudio afirma que el ejercicio de los mismos  “no ha tenido avances significativos en cuanto a la disminución de las desigualdades y exclusiones en el acceso a un trabajo digno y en condiciones adecuadas”.
Toman en cuenta datos del Instituto Nacional de Estadística, de 2007, cuando “el desempleo femenino alcanzaba el 5,95% mientras que el masculino el 4,53%, notándose la existencia de falta de oportunidades hacia la mujer en el acceso a una fuente laboral”.
En la actualidad, la participación de las mujeres está “mayoritariamente en el sector comercial y de servicios (80%), contando como máximo con un nivel de instrucción secundaria (79%), “siendo éste un factor excluyente y discriminante para el acceso laboral a sectores más formales de la economía alteña”.
El ingreso obtenido por el 71% de este grupo de mujeres alcanza como máximo a Bs 650 mensuales, “repercutiendo en sus altos niveles de pobreza, baja calidad de vida y ningún desarrollo integral”. Sólo el 15% gana un salario superior a Bs 1.000.
Según el estudio, el 47% de las mujeres posee algún tipo de contrato, pero el 79% es contrato verbal.
El 23% de mujeres que desarrolla algún trabajo tiene una jornada laboral de 12 horas del día y “un alarmante 5% trabaja de 15 a 18 horas día”. Según el estudio, el 38% de las mujeres son los pilares económicos de sus familias, “ya que su ingreso es el mayor, siendo la mayoría solteras, viudas y separadas”.
Además, existe la barrera del bajo nivel de instrucción. “Pese a que se ha informado de progresos en Bolivia, persisten grandes diferencias entre el hombre y la mujer en cuanto a su acceso a la educación. La eliminación del analfabetismo entre las mujeres y las niñas sigue siendo una urgente tarea”, enfatiza el estudio.

Mayoría trabaja por cuenta propia
El estudio de Cecadem determina tres factores por los que la mayoría de las mujeres en El Alto trabajan por cuenta propia. El primero está relacionado con la necesidad de combinar las tareas del hogar y cuidado de los hijos, con la generación de ingresos complementarios a la economía familiar. Esto se conoce como la doble jornada laboral, una sin retribución económica y la otra con una baja remuneración.
El segundo factor corresponde a la normativa laboral vigente “que a título de proteger a las mujeres en el mercado laboral, desincentiva su inserción en el mercado formal, ya que los empleadores prefieren no contratar mujeres porque generan mayores costos para las empresas”; como por ejemplo se prohíbe el despido por el lapso de un año si se encuentra embarazada y/o ha sido madre, se reduce la jornada laboral por el horario de lactancia, obliga al empleador a dotar de guarderías. “Sin embargo, el Estado no ha considerado políticas que incentiven a las empresas (pequeñas, medianas y grandes) a contratar mano de obra femenina, enfatiza el estudio.
El tercer factor está relacionado al comportamiento de la economía, “evidenciándose que ante periodos de crisis económicas”, los empleadores prescinden de la mujer.

Mínimo acceso a capacitación
“Los bajos niveles de escolaridad y formación que presentan muchas mujeres (en El Alto) establecen oportunidades de empleo ligadas principalmente a actividades de baja productividad y bajos ingresos”, se sostiene en el estudio del Cecadem, cuyos resultados muestran que sólo el 39% de las mujeres manifestó haber recibido algún tipo de capacitación técnica. “esta situación deviene del bajo nivel de instrucción, producto del escaso acceso a la educación en general”.
En la investigación advierten que “si bien el 44% de mujeres alcanza un nivel secundario en su formación, no todas están en posibilidades de superar las barreras que impone el cada vez más rápido desarrollo tecnológico, que hace que se requiera mayor nivel de formación, de especialización en la mano de obra, que requiere de más años de estudio y el fenómeno de la globalización como un factor de desarrollo económico. Esta situación confirma la exclusión en la que se encuentra un alto porcentaje de mujeres”. Uno de los resultados, alerta sobre el  86% de mujeres con instrucción máxima de primaria que no accedieron a ningún tipo de capacitación.

Svetlana Salvatierra. Publicado en El Financiero, 6 noviembre 2011

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