Horacio y Felipe Vera Loza |
¿Recuerdan el bolo,
helado de agua en un largo y delgado envase de plástico que valía Bs
0,50? Fue en los 80, años marcados por la hiperinflación. Hoy, Delizia,
especialista en helados y jugos, lanzó Manífico, un producto de negocios
inclusivos que valorizan al agricultor boliviano.
La empresa de la familia Vera Loza acaba de cumplir 25 años,
aniversario de plata compartido con 880 empleos directos, 4.000 familias
de proveedores de leche y frutas y empresas de servicios.
¿Cuántas variedades de helados tienen? Tarda unos segundos en contestar
y da la cifra que llega al “medio centenar”, sin contar los jugos
Tampico, leches saborizadas, yogures, mantequilla y tortas heladas, con
los que llegan a 400 productos. Horacio Vera Loza es gerente de
proyectos, desarrollo e investigación y trabaja en Delizia hace tres
años creando nuevos productos. Se especializó en Europa en la industria
del helado. Es uno de tres hijos de Felipe Vera Loza y se prepara para
tomar la posta, en lo que su padre está empeñado para la segunda
generación.
“Somos
ágiles en la creación de nuevos productos. Sacamos algunos en tres meses
y otros, como el Manífico, en un año y medio”, detalla. Además del
sabor y la calidad de la materia prima, incorporan nueva tecnología para
cumplir con los requisitos de un exigente consumidor boliviano.
“Manífico, sin la letra g, es porque queremos hacer énfasis en la
cobertura de chocolate con maní acompañada de la salsa de maní y
caramelo. Tenemos una gran variedad de maníes bolivianos reconocidos en
el exterior y que queremos potenciar”, destaca el joven ejecutivo en
cuyos planes está el trabajar con más proveedores nacionales. “Antes de
importar queremos ver qué es lo que tiene el país para ofrecer y que
podamos promocionarlos juntos”.
El maní lo adquieren de la asociación de productores de Sucre, unas 150
familias que se dedican a este cultivo en Chuquisaca. La metodología
que están perfeccionando es la del negocio inclusivo que implica
trabajar con productores en base a una demanda que les permita optimizar
su producción, reducir sus costos, aumentar sus utilidades y
convertirse en sujetos de crédito bancario.
Empezaron con sus proveedores lecheros en el altiplano paceño, en las
provincias lecheras de Los Andes, Murillo, Aroma, Omasuyos e Ingavi.
Desde 2008 encontraron la forma de ayudarlos a conseguir microcrédito.
“No somos garantes, pero somos un agente de retención y comprometemos el
repago del préstamo que se les da a los productores lecheros, no
cobramos ningún interés, sino presionamos a las entidades
microfinancieras para que puedan bajar sus tasas”, detalla Horacio Vera
Loza.
El proyecto se
inició con 1.200 familias que acopiaban 20.000 litros de leche por día,
hoy trabajan con 3.000 familias y acopian 52.000 litros diarios.
“Nuestra producción está en el orden de los 12 millones de toneladas de
materias primas transformadas”, precisa Felipe Vera Loza.
El empresario que llegó de Estados Unidos con su esposa Mabel Lavadenz,
después de especializarse en Ingeniería Comercial, se dedicó a
comercializar bolos que un amigo producía en Cochabamba y que luego se
fue a la competencia. Y decidieron fabricar helados artesanales.
Continuaron con los bolos y su gran problema era congelarlos con rapidez
para tener una cantidad suficiente y abastecer a los colegios. Así
empezaron a invertir en maquinaria. “Una fábrica es como un banco que ve
pasar el dinero, vendemos, pero no nos quedamos con el dinero; con el
10 al 13% de utilidad, el resto es pago a lecheros, a proveedores,
importaciones, materiales, sueldos”, detalló el empresario.
A los productores de leche también les prestan servicio de asistencia
técnica para el cuidado del ganado, mejoramiento y atención de
enfermedades y vacunación contra la fiebre aftosa. Crearon el Área de
Agropecuaria con este fin a la cabeza de Fernando Palacios.
Antes de empezar el siglo, Samuel Quispe se dedicó once años a la
costura. Nació en Cequechuro, una comunidad en Viacha. Luego decidió
volver al campo con sus padres que eran productores lecheros. Y hoy es
uno de los fieles proveedores de leche de Delizia. Su trabajo empieza a
las 04.30 de la mañana y este martes atendió la entrevista con El
Financiero poco antes de las seis de la mañana en su establo, luego de
ordeñar a media docena de sus vacas. Desde La Paz toma una hora llegar a
su casa.
Tenía una vaca
prestada de su hermana y ordeñaba unos diez litros. Tres años después
(2003) llegó a 50 litros y luego se puso la meta de 100 litros. Hasta
ese momento ordeñaba con sus manos. Estaba por rendirse, vender algunas
vacas y regresar a la ciudad para dedicarse a la costura. Un amigo le
comentó que vendía equipos ordeñadores. “No lo pensé dos veces y me
preste del banco. Ahora vamos a llegar a los 200 litros, ésa es la nueva
meta. Estoy orgulloso de trabajar en el campo, antes era una vergüenza,
pero ahora no”, expresa con los ojos brillantes. Su esfuerzo se ve
recompensado como proveedor de Delizia. Además sus dos hijos están en la
universidad especializándose en Agronomía y Contabilidad. Espera que
sigan sus pasos donde el establo y campos de cultivo de forraje se
conviertan en un modelo de granja moderna.
Tiene ganado Holstein y cada vez lo va mejorando, señala Quispe, que se
ganó la confianza de Idepro y del Banco FIE y de Delizia por entregar
leche de calidad. Caso contrario no se puede elaborar helados bajo los
estándares de esta empresa. En su hogar consumen leche tres veces a la
semana. “Estamos empalagados. El sábado hacemos quesos”, cuenta.
Siete millones de naranjas al año adquiere Delizia de unas 500 familias
productoras de cítricos de Alto Beni y del Chapare. Los de maracuyá y
carambola ya están en sus listas. En planes está elaborar productos con
copoazú, achachairú, asaí y arándanos, pero faltan proveedoras de
calidad. Éstas se sumarían a las 4.000 familias de productores de
alimentos y otras 1.000 de servicios. El gran proyecto es construir la
nueva fábrica, más grande y moderna, cuya producción cruzará las
fronteras.
Consolidar la empresa familiar
Transición
“Mi aspiración personal es empezar la transición de la segunda
generación con mucha fuerza; hay que formarla y aconsejarla. La
conducción debe tener la base de una empresa perdurable”, expresa el
fundador de Delizia, Felipe Vera Loza. Sus hijos aceptan el reto y
Horacio empezó a adquirir el conocimiento y la experiencia.
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