La ausencia de una agenda de transformación productiva en el periodo de
1990 a 2009, de gobiernos neoliberales y del MAS, provocó que continúe
el mismo patrón de crecimiento: la exportación de recursos naturales con
bajo valor agregado.
Ese es el resultado de la investigación realizada
por Alfredo Soane y Fernanda Wanderley, en el marco de una convocatoria
del Programa de Investigación Estratégica de Bolivia (PIEB) que
solicitaba investigar sobre los diversos factores que incidieron en el
escaso desarrollo de Bolivia entre 1989 y 2009 y proponer políticas
públicas para modificar esa situación.
La brecha
ahorro-inversión y la olvidada agenda de transformación productiva con
equidad (1989-2009) titula el libro de los investigadores Soane y
Wanderley, que fue presentado por el PIEB hace un par de semanas. Es una
de seis investigaciones que mostraremos en esta página y en las
ediciones siguientes.
En el documento recuerdan que
la política económica aplicada en las décadas de 1980 y 1990 fue motivo
de varios estudios porque logró superar una hiperinflación y por la
aplicación de un programa de ajuste estructural.
Sin
embargo, a fines de los 90 varios indicadores de estabilidad mostraron
comportamiento negativo. Los autores recuerdan que el déficit fiscal
llegó al 9% del Producto Interno Bruto (PIB); que hubo varias quiebras
de bancos; y la crisis financiera asiática impactó en una devaluación de
las monedas argentinas y brasileñas, que afectaron a la economía
boliviana.
Precisan que esa época “se caracterizó por
la informalización y precarización del empleo asalariado y el
incremento de los trabajadores formales no asalariados al margen del
sistema de seguridad social de corto y largo plazo”. Esto derivó en un
“descontento social” con el modelo neoliberal y la era pos neoliberal
llegó con “respaldo de la esperanza popular”.
“Pero
nuevamente los resultados no son consecuentes: el crecimiento es similar
al promedio del periodo neoliberal, cercano al 4%; la tasa de inversión
no rebasa en promedio el 17% del PIB, aunque el ahorro nacional ha
llegado al 25% en promedio entre 2006 y 2010. Así, con una tasa de
crecimiento poblacional de 2,1%, el crecimiento del PIN per cápita es
insuficiente para imaginar su duplicación en menos de 40 años. Tampoco
hay cambios significativos en la formalización del empleo y la expansión
de la cobertura de la seguridad social”.
En base al
análisis, los investigadores se inclinan por proponer políticas
selectivas, explica el profesor de la UCB Juan Antonio Morales. Y señala
en el prólogo del libro que proponen “una estructura productiva
conformada por clusters y cadenas que contribuyan a darle mayor densidad
a las relaciones intersectoriales e interempresariales. Para esa mayor
densificación pueden requerir intervenciones estatales. La producción
industrial tiene que orientarse a la exportación y a la sustitución de
importaciones cuando ella no implica sacrificios exagerados de
eficiencia”.
Por su parte, Seoane y Wanderley afirman
que “el estudio concluye que en ambos periodos, aunque por razones
diferentes, no se encaró consistentemente y simultáneamente políticas
para la coordinación efectiva de las actividades productivas que
faciliten la expansión sostenible de la inversión en innovación,
incremento de productividad, fortalecimiento de las estructuras de los
mercados de factores de producción de insumos y productos, reducción de
incertidumbres y mejoras de la calidad del empleo en los diferentes
sectores”.
Para llevar adelante una agenda productiva
con equidad consideran necesario un “proyecto político que implica la
maduración de convergencias mínimas entre actores sociales, económicos y
políticos” con el fin de “superar el punto muerto entre vencidos y
vencedores que nos atrapó en la oscilación entre estrategias opuestas de
desarrollo-estatismo o liberalismo a ultranza”.
Los
investigadores señalan que las políticas de desarrollo productivo
“juegan un rol central en la democratización de los activos productivos”
porque se puede visibilizar el rol de los pequeños productores para
salir de la pobreza.
Las propuestas de políticas públicas
Propuesta 1: Inscribir
como objetivo o proyecto socioestatal boliviano la transformación
productiva con equidad, incorporando a los diferentes sectores sociales y
generando un marco de encuentro o proyecto común, cuya meta sea dar
oportunidades laborales y de ingreso a las nuevas generaciones y a
todos los bolivianos. Para ello, se requiere adoptar una agenda de
transformación productiva que parta de una visión estratégica compartida
y tenga por objetivos desarrollar marcos sinérgicos de encuentro entre
mercado y Estado, entre sector público y privado, entre ámbitos macro,
meso y microeconómicos y que se concrete a través de una densificación
de eslabonamientos productivos en torno al aprendizaje tecnológico,
innovación y acrecentamiento de la productividad; es decir un proyecto
de industrialización en sentido amplio.
Propuesta 2:
Mejorar continuamente la organización de los complejos productivos en
todos los sectores económicos con incrementos de productividad,
innovación y agregación de valor. Afrontar el proceso de transformación
productiva con el fortalecimiento de encadena- mientos productivos.
Propuesta 3: Superar las convicciones duras sobre el Estado y el mercado, porque se requiere la combinación de ambas fuerzas.
¿A qué se llama industrialización?
En su investigación, Seoane y Wanderley plantean que para la
construcción de ese proyecto político de transformación productiva es
necesario un concepto común de “industrialización”.
Proponen que ese concepto de industrialización “debe abarcar los
procesos de mejora continua de la organización de los complejos
productivos en todos los sectores económicos —agropecuario, industria,
servicios y comercio— con incremento de productividad, innovación y
agregación de valor”.
De esta forma, señalan que “las
políticas de promoción de proceso de innovación y aprendizaje
tecnológico deben estar dirigidas tanto a los sectores donde se
concentra una gran cantidad de trabajo como también a los sectores con
mayores niveles de productividad pero con baja capacidad de generación
de empleo”.
Los investigadores destacan que “los
incrementos de productividad en todos los sectores constituyen la base
principal para el crecimiento económico sostenido”, pero este cambio hay
que afrontarlo con el “fortalecimiento de los encadenamientos
productivos o industrialización” que genera mayor empleo.
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