¿Por qué es irreemplazable esa relación? El estiércol de la llama
aporta al suelo en la generación de nitrógeno, un elemento clave para
una buena producción de quinua. Sin embargo, el boom económico provoca
la disminución de estos camélidos.
En Potosí se realizó un Conversatorio sobre el Complejo
Quinua-Camélidos con apoyo del Centro de Investigación y Promoción del
Campesinado (Cipca), la Universidad Autónoma Tomás Frías y otras
instituciones. Allí, Freddy Villagómez, de Cipca, advirtió que la quinua
puede convertirse en monocultivo, dejar la práctica del cultivo
orgánico y ser un agronegocio más en el mundo, afectando a la economía
campesina.
Félix
Mamani, doctor en Agronomía, docente e investigador de la UMSA, explicó
que el estiércol de la llama ayuda a mejorar las condiciones físicas,
químicas y biológicas del suelo, es fuente de materia orgánica,
fitohormonas e influye en la capacidad productiva del suelo. Sin
embargo, cuestionó que se debe investigar más sobre la composición de
las arcillas donde se cultiva quinua real.
En ese rumbo, David Soraide, de Fautapo, indicó que hay estudios
preliminares que presumen que la presencia de la bacteria Azospirillum
en suelos cultivados con quinua real permiten la fijación biológica del
nitrógeno atmosférico, para construir material proteico celular de la
planta.
Cesin Curi,
del Centro de Producción de Tecnología Sostenible (CPTS), sostuvo que si
la agenda estatal plantea 1 millón de toneladas anuales en 2025, se
requiere habilitar y hacer un manejo sostenible de 2 millones de
hectáreas de tierras áridas, no tradicionales, actualmente sin uso y en
franco proceso de erosión natural. Eso también implicará invertir en
diseño y construcción de máquinas adecuadas y modelos de negocio que
respeten a la tierra y comunidades.
Para Jesús Cárdenas, ingeniero agrónomo e investigador a tiempo
completo de la Universidad Técnica de Oruro, es imprescindible una ley
de suelos y que las cartas orgánicas incluyan la “degradación de
suelos”.
Hoy, las normas
comunales no se cumplen ni interesan al productor, que sólo va a
sembrar y cosechar, y no vive en la comunidad. En el altiplano sur viven
5.978 productores.
Los camélidos generan negocios en áreas rurales
La carne de llama es importante en la cadena alimenticia, así como su
lana y cuero que hoy son revalorados en pequeños emprendimientos que
permiten obtener ingresos a familias campesinas.
Dan opción al campesino que no tiene acceso ni a las telecomunicaciones
Artesanías y prendas de vestir son los productos más conocidos hechos
con lana de llama. Sin embargo, su carne va ganando reconocimiento en la
cocina y su cuero en la producción de zapatos.
La llama no sólo es importante en la sostenibilidad del cultivo de la
quinua real, también en la economía campesina porque ofrece alternativas
de negocios y de recuperación de su crianza. Una pequeña oferta se
presentó en la VII Feria Nacional de Camélidos que se efectuó del 15 al
18 de agosto en el estadio Víctor Agustín Ugarte de la ciudad de Potosí.
La parrillada de carne de llama y los chorizos fueron los más
demandados a la hora de almorzar.
Salustiano Flores, uno de los expositores de San Andrés de Machaca,
provincia paceña donde fabrican zapatos con cuero de llama, detalla que
compran el cuero en Alto Lima y “como es suavito y de calidad, le
ponemos una buena planta y le gusta a la gente en las provincias. Allí
vendemos”. Sus precios son baratos.
Las artesanías en cambio son un poco más caras porque las mujeres
tienen que hilar, teñir y tejer. Paulina Tulaba Mendoza detalla que “una
bolsita cuesta harto. Un día tejemos poquito y andamos en el campo con
la llama y la oveja. El hilado toma unos tres días”. Sus diseños son
“ideas propias”, enfatiza, pero también asiste a las capacitaciones que
llegan de La Paz y Oruro.
Ella, como Romualda Camiño, que sólo habla quechua, viven en Belén de
Urmiri, provincia potosina, y forman parte de una asociación de 50
mujeres que se dedican a tejer mantas, bolsas y otras artesanías con
lana de llama y alpaca. Dejan su producción en Molino. “A un padre de
Bélgica y cada vez vamos a recoger”, aclara Tulaba. Ambas reclaman, como
muchos productores de artesanías, que vendieron poco en la feria.
Y eso que rebajaron sus precios, pero no mucho porque saben que su
trabajo tiene valor. Una bolsa de lana de llama valía Bs 80 y un estuche
de celular Bs 20.“Queremos vender en otros lugares”, manifiesta Tulaba.
Así como lo logró Petrona Díaz, de la comunidad Papachacra (frontera
con Argentina), en la provincia tarijeña Avilés. Es parte de la
Asociación de Artesanos y Artesanas de Tajzara (unas 600 personas), que
hace décadas exportan. “Vendía en Tarija, pero ya he vuelto a mi pago
porque hace mucho frío”.
El proyecto de Apoyo a la Valorización de la Economía Campesina de
Camélidos (VALE) alienta varias iniciativas en el país como las de las
asociaciones de Felicidad Choque, que es de Charaña, o Sonia Yavi, de
Corque, en Oruro.
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