Insisto. Quiero un
planeta en el que mis tataranietos y los de ellos y así sucesivamente
disfruten de la riqueza que aún ofrece la Tierra; y lo propio para los
suyos, estimado lector. Sus límites ya han sido fijados: para los que
creen en las profecías de Nostradamus, allí hay algunas aproximaciones
de lo que puede suceder. Los científicos modernos advierten sobre el
incremento de dos grados más de temperatura en el planeta, fenómeno que
puede ser catastrófico para la población, aunque a pocos (políticos e
industriales de todo el mundo) realmente les interesa.
En los últimos años se han formulado nuevas propuestas para un
desarrollo que cuide los recursos y a la población más allá de 2050. Por
ejemplo, en la década de los 90 apareció en escena el concepto de Vivir
Bien, que ahora marca su presencia. ¡Cuidado! No me refiero al discurso
político de los gobiernos denominados progresistas en la región, que
toman como bandera este concepto que está en construcción, ni a las
empresas que esconden destrucción e inequidad detrás de la
Responsabilidad Social Empresarial.
En un reciente taller de periodistas, organizado por la fundación
Friedrich Ebert Stiftung, tuve la oportunidad de conocer a Eduardo
Gudynas (Centro Latinoamericano de Ecología Social); así como también a
los protagonistas e ideólogos (uno de ellos boliviano) de esta nueva
construcción de desarrollo.
Ahora bien, quiero referirme en concreto al noruego Arne Dekke Eide
Næss, quien falleció en 2009, fundador de la Ecología profunda.
Disciplina que, en lenguaje wikipedia, se define como: “una rama
reciente de la filosofía ecológica que considera a la humanidad parte de
su entorno, proponiendo cambios culturales, políticos, sociales y
económicos para lograr una convivencia armónica entre los seres humanos y
el resto de seres vivos”, es decir que “considera que los seres humanos
no tienen derecho a pasar por encima de la diversidad, únicamente para
satisfacer sus necesidades vitales”.
Eso pasa en Europa, mientras que en este lado del planeta está el Suma
Qamaña, cuyo ideólogo es Simón Yampara, que al igual que el ecuatoriano
Alberto Acosta, promotor del Bien Vivir, están alejados del poder. Tres
visiones similares que apuntan a respetar diversos relacionamientos de
los seres humanos con el planeta y de su convivencia armoniosa. No hay
una fórmula del Vivir Bien, manifiesta Gudynas. Acepto que está en
construcción y se opone al neoextractivismo, monocultivos y compensar
por destruir la naturaleza que es parte de la comunidad.
En el sur también contaminamos. El ritmo es vertiginoso. El planeta no
será tan grande si sigue bajo el poder del dinero. Por eso me declaro
guardabosque del planeta. ¿Y usted?
Mi columna sindical publicada en La Razón, 26 de mayo 2013
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