Terminó esta semana su gestión en la presidencia
del directorio de la Cámara Nacional de Despachantes de Aduanas (CNDA) y
luego de tres años pasó la posta a Hans Hartmann. En esta gestión se
destaca una buena relación de trabajo con la Aduana Nacional de Bolivia,
cuyos resultados muestran crecimiento en las recaudaciones aduaneras.
Sin embargo, el ejecutivo de la CNDA, con tres décadas de trabajo,
advierte que hay una normativa que está impidiendo agilizar su trabajo.
— Tiene 30 años de trabajo en esta actividad, ¿podría mencionarnos los grandes logros para los despachantes de aduanas?
— Hay que destacar a la Ley de Aduanas (28 de julio de 1999), fue el
cambio más grande en normativa; la anterior era de 1929. Y por primera
vez la Aduana Nacional de Bolivia (ANB) comenzó a institucionalizarse,
hasta ese tiempo no era nada más que un botín político. Posteriormente,
fue la implementación de los procedimientos. Otro momento importante fue
cuando Bolivia empieza a cumplir con todos los tratados
internacionales; fue un golpe en nuestra profesión porque tuvimos que
finalmente volvernos expertos para atender a nuestros clientes con
solvencia. Diría que el tercer gran momento en nuestra actividad fue que
en el Código Tributario el despachante puede trabajar a nivel nacional.
— Es importante la relación entre los despachantes y la ANB, ¿mejoraron las relaciones a nivel técnico con la estatal?
— El tema aduanero es espinoso, ya que la gente lo relaciona siempre
con corrupción y muchos confunden al despachante aduanero (privado) con
el funcionario aduanero (público). Los despachantes hemos precautelado
por la institucionalidad de la ANB con todos los gobiernos, como cuando
Goni quiso privatizarla y no dejamos que suceda. Luego entra el actual
Gobierno y nos ve como un sector privado incómodo, pero tuvieron que
darse cuenta de que estamos regulados y muy cerca por el propio Estado.
Para funcionar un despachante necesita pedir permiso y dar garantías al
Estado. Somos un gremio cuyo valor es su conocimiento en la práctica del
comercio exterior (...) que no se adquiere en diez minutos. Somos
auxiliares de la función pública de acuerdo con la ley. Tenemos un
equilibrio entre proteger los intereses del Estado y los del cliente.
Hemos logrado ganar la confianza de las autoridades aduaneras de este
Gobierno, aportamos con conocimiento a la recaudación de tributos
aduaneros que si no me equivoco llegó a los Bs 1.000 millones; de esa
renta aduanera, el 90% está garantizada por los despachantes.
— ¿Cuál es el trabajo más difícil en este momento?
— Es dar despachos ágiles y oportunos porque cada día el comercio
exterior exige mayor eficiencia. Las empresas están cambiando la
estructura del comercio mundial, la globalización es algo innegable,
llegan empresas multinacionales que trabajan con esquemas
internacionales y bajo esquemas corporativos únicos. Por ejemplo, una
petrolera que tiene un problema en un pozo y precisa una pieza nueva,
necesita de un despacho rápido, incluso hay casos en los que tenemos que
esperar con un avión listo. Hoy, por el Decreto 472 —que restringió las
operaciones de las zonas francas— las aduanas interiores colapsan,
tienen una saturación increíble. Hay filas de más de 400 camiones y si
quieren descargar, les toca esperar más de diez días. Eso no ocurría
antes porque las zonas francas estaban cubriendo esa demanda. Ahora la
Presidencia de la ANB está haciendo maravillas en este tema, pero
obviamente ya no puede hacer nada cuando la infraestructura ya no le
responde.
— ¿El Estado tiene que invertir más en infraestructura?
— Mucho más o dar más concesiones. En este momento hay dos
concesionarios de almacenes aduanero: uno es privado, Albo, que tiene la
mitad del país (aeropuerto y aduana interior en Cochabamba y Santa
Cruz); y la estatal Depósitos Aduaneros Bolivianos, que tiene la otra
mitad. Entre ambos no pueden abastecerse. Tendría que entrar un tercero o
permitir que los otros se potencien. Ahí hay un cuello de botella
provocado por una disposición legal. Ahora la presidenta de la ANB
(Marlene Ardaya) tiene iniciativas para ganar horas y días, bajo control
aduanero.
— ¿Despachos en instalaciones de empresas es factible, pero no genera susceptibilidad?
— Solo las escogidas porque si no es peligroso para la regulación. El
70% de las importaciones normalmente está hecha por el 20% o 30% de las
empresas. Diría que las importaciones están concentradas en cerca de 100
empresas.
— ¿Ayuda el registro de los importadores?
— Sí. La ANB creó el Servicio de Enlace Aduanero (SEA) y ya son 56
(importadoras registradas) y están bien controladas. Ahí está el 70% de
sus ingresos y el 70% del volumen de carga. Ahora tiene que inventar
algo para empezar a destrabar esa saturación que tenemos para hacer
despachos más rápidos. También se necesita gente calificada para
trabajar rápido.
— ¿Cuántos despachantes hay? ¿Exigen a sus clientes que estén registrados en el SEA?
— Hay como 200 despachantes autorizados. La ANB hace ese registro.
Nosotros exigimos que los clientes cumplan con todas la regulaciones.
Nuestra tendencia es dar un servicio profesional.
— ¿Qué deja al nuevo directorio?
— Estoy contento porque logramos el ICA (Instituto de Comercio Exterior
y Aduanas), un aporte a la sociedad que tiene éxito y crece; es un
proyecto de educación de formación profesional que no había en Bolivia.
Hemos promovido la formación de la cooperativa Solidaridad para los
despachantes. ¿Qué le toca hacer al que me sigue? Hacer mucho más. Pero
el trabajo más importante es la vocación de trabajo y mantener una
vinculación permanente con la ANB y el sector privado.
Perfil
Nombre: Pablo Mier Garrón
Profesión: Economista
Cargo: Past presidente CNDA
Experto en comercio exterior
Nació en Potosí. A los 12 años se mudó a Sucre con su familia. Es
bachiller del colegio Sagrado Corazón; también fue becado para ir a
Estados Unidos y salió bachiller en el estado de Iowa. Sus estudios
universitarios los inició en Tucumán, Argentina. “Eran los tiempos del
70 cuando se cerraron las universidades en Bolivia”. Regresó al país y
concluyó sus estudios en su ciudad natal. Hace 20 años vive en Santa
Cruz de la Sierra. “Soy despachante en cuarta generación. Ésta es una
especie de especialidad que no se enseña en ninguna universidad; para
explicarme mejor, hay partes como la valoración, nomenclatura
arancelaria, reglas de origen, cosas que no se estudian en la carrera,
pero si en la práctica diaria. Atribuyo eso a que muchas empresas son de
orden familiar porque se forman en el trabajo. Mi bisabuelo empezó la
empresa que ahora se llama Cumbre, en esos tiempos se llamaba U Gómez,
estuvo en Antofagasta, mientras aún era de Bolivia. “Un tiempo trabajé
en hotelería y volví a mi vocación hace 32 años; tenía licencia de
despachante”.
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