Es un privilegio contar día a día la historia del
país. Como periodista tengo el privilegio de entrevistar a los
bolivianos que cuentan sus logros, sueños y retos. Son historias
positivas, productivas, que dan luz al camino de mejores días para los
bolivianos que nacerán en esta tierra, fundada el 6 de agosto de 1825.
Y ese privilegio también me obliga a no callar y contar las historias
de los protagonistas de la oscuridad: corrupción, falta de
transparencia, clientelismo, contrabando, narcotráfico, compadrazgo,
rentismo, trata y tráfico de personas, violencia hacia la niñez y otros
que aún el Estado Plurinacional arrastra de la República y de la
Colonia. Acceder a esa información es el reto.
En
este escribir historias, la educación es la mayor preocupación. En el
siglo XXI no es suficiente saber leer y escribir. La innovación y la
investigación para promover un desarrollo sostenible tienen debilidades
estructurales y de financiamiento. Los conocimientos científicos y
tecnológicos aún no son accesibles para todos los bolivianos (si
hablamos de género, la mujer tiene menos acceso). Tener una educación
moderna, innovadora, productiva en el área rural todavía es el gran
desafío de autoridades, en todo nivel, para elaborar e implementarlas en
políticas públicas efectivas que apuesten a reducir la pobreza extrema
en el país. Más profesores, más escuelas, más universidades con carreras
técnicas y menos carreras tradicionales, más herramientas tecnológicas,
siguen en la agenda boliviana para mejorar la educación. Es el gran
reto en el 2012.
Coincido con los tuiteros que
respondieron a la pregunta que lancé en esa red social: ¿qué haría usted
para cambiar Bolivia después del 6 de agosto?, uno contestó que dejaría
de interesarse en la política y haría “algo verdaderamente
trascendente”; otro manifestó que escribiría “un ensayo sobre las nuevas
normas que deforman el pacto social y político llamado Constitución”.
Justamente hoy, la Constitución de Bolivia abre espacios a la
participación de nuevos actores para que ejerzan su ciudadanía. ¿No es
el momento ideal para que las organizaciones sociales exijan una mejor
educación? ¿Que tal vez salgan a las calles pidiendo a las autoridades
que incrementen los presupuestos nacionales y municipales en la
construcción de infraestructura moderna? Esas historias esperan ser
contadas.
Mientras tanto, como periodista, seguiré
difundiendo historias de bolivianos emprendedores, que contra viento y
marea cultivan para sobrevivir o inventan formas de hacer empresa frente
a quienes prefieren la oscuridad y la ilegalidad. ¿Y usted, qué hará
por Bolivia?
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