Una débil participación de Bolivia y la falta de acción interna para cuidar el medio ambiente, son algunos resultados del análisis hecho en la Mesa de Debate Económico de la Fundación Friedrich Ebert sobre la posición del Gobierno boliviano en Río+20.
En la primera sesión se presentó la ponencia de
Carlos Solís, investigador en economía ambiental que trabaja con la ONG
Conservation Strategy Fund en proyectos relacionados con el desarrollo
sostenible. En el pasado colaboró con múltiples ONG nacionales e
internacionales y agencias de la cooperación internacional.
El planteamiento de Solís partió de una reflexión sobre los resultados
alcanzados en la Conferencia Río+20 con relación a las críticas de los
temas discutidos en el proceso del Gobierno boliviano, y la incidencia
de la posición adoptada en el documento final que fue aprobado por los
representantes de más de 190 naciones. El debate se realizó con un
auditorio compuesto por profesionales bolivianos, economistas, agrónomos
y expertos en comercio internacional y ex autoridades.
Solís afirmó que “es poco probable que el Gobierno boliviano pueda
convencer a la comunidad internacional de abandonar el sistema
político-económico vigente. Por tanto, resulta importante que se
replantee la forma en que se encara el proceso. Un nuevo enfoque
permitiría aumentar la influencia de la propuesta boliviana y contribuir
a plasmar la visión del Gobierno en el interior del país, para
beneficio de todos los actores involucrados”.
Al
respecto, varias opiniones coincidieron en que la participación de
Bolivia no tiene gran influencia en este tipo de eventos. Uno, porque la
delegación es pequeña; dos, porque las conclusiones de Río+20, y de
otros eventos similares, no son vinculantes a las políticas de los
gobiernos. Si quiere puede hacer algo para cuidar el medio ambiente para
los actuales y futuros pobladores del planeta.
Bolivia debe seguir haciendo escuchar su voz a pesar de los obstáculos
políticos y económicos que enfrenta el mundo, enfatizó la comentarista
Elizabeth Peredo. “Sin embargo, el tono y el contenido del discurso
deben modificarse. Debería ser menos confrontacional”, criticó Solís.
Para el Ministerio de Relaciones Exteriores, Bolivia obtuvo algunos
logros en Río+20, y los difunde en un boletín: “1. Se ha logrado incluir
los conceptos de Madre Tierra y Derechos de la Naturaleza como
expresiones que son usadas en varios países en el mundo para referirse a
la naturaleza y sus derechos. 2. Se establece que para lograr el
desarrollo sostenible se debe promover la armonía con la naturaleza”.
Respecto a la economía verde, debatida en la Conferencia Río+20,
criticaron el concepto. “La economía verde convierte la fuente de vida
de todas las generaciones en un bien privado para el beneficio de unas
cuantas personas, al dar réditos económicos por la naturaleza”,
planteaba en su discurso el presidente Evo Morales, en el evento
mundial.
Al respecto, el economista Flavio Machicado
puntualizó que “hay que pensar que uno de los grandes problemas no es el
capitalismo sino el mercantilismo”. Recordó que en la década de 1960
participó en la primera Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y
el Desarrollo (UNCTAD), realizada en Ginebra, cuando el mundo buscaba
mecanismos para eliminar los aranceles y promover el comercio para
activar la economía europea. “El mundo socialista (URSS) y capitalista
(EEUU) tenían el mismo discurso: de dónde sacar mayor rentabilidad sobre
los recursos. En esa época no se hablaba de economía verde sino de
revolución verde”, precisó. Usar el suelo con tecnología para una mayor
productividad, era considerado un paradigma fundamental para el tema
del hambre, enfatizó y luego advirtió que “no podemos fincar nuestro
futuro en la hipocresía internacional. Además, hay que tomar en cuenta
que el hombre es un depredador”.
Frente a ello, el
economista Juan Brun, que realizó un estudio para la Conferencia de Río
92, manifestó que la educación y la institucionalidad puede generar un
cambio. Su ejemplo: en la ciudad de La Paz ya no se quema en la fiesta
de San Juan.
“Teorizamos sobre el capital natural y
nos perdemos en las críticas, cuando en nuestro frente tenemos problemas
que no queremos ver, y la coyuntura política nos abraza y sólo hablamos
del TIPNIS, cuando hay estudios ambientales sobre Oruro, Potosí y La
Paz que muestran que están tremendamente contaminadas por la minería
(...) o la ciudad de El Alto, cuyas aguas servidas contaminan las aguas
que van al lago Titicaca”, enumeró Brun.
Ningún país tiene obligación de seguir el mandato de río+20
Carlos Solís subraya en el análisis presentado en la primera sesión de
la Mesa de Debate Económico de la Fundación Friedrich Ebert que: “El
documento El futuro que queremos consensuado en Río+20, al igual que
tantos otros documentos obtenidos en conferencias previas relacionadas
al medio ambiente, no tiene una cualidad vinculante para los países
signatarios. Esto significa que los países no tienen obligación alguna
de seguir los mandatos, por tanto, su importancia radica, sobre todo, en
ofrecer una declaración de principios que puedan guiar a la humanidad
hacia un mejor futuro, mostrar el cariz del discurso dominante en el
escenario global respecto a en qué consiste un futuro mejor y cuál es el
mejor camino para alcanzarlo y servir como guía a los criterios que se
implementarán para la cooperación internacional y el manejo de fondos
globales en el futuro próximo. La maduración de una institucionalidad
global que permita establecer acuerdos internacionales de cumplimiento
obligatorio, es un reto pendiente para la humanidad.
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