Moisés y su silla de ruedas son inseparables. Un
poco antes del invierno lo conocí. Esa noche, contó que se ganaba unos
pesitos cuidando los automóviles que estacionaban frente a la iglesia de
La Exaltación, en Obrajes. Los sábados y domingos tenía un poco más de
trabajo. Las dulceras, el policía que hace guardia en una esquina de la
plaza son parte de su mundo, lo cuidan y lo ayudan. Su preocupación era
imaginar dónde iría a vivir. Tenía que mudarse, enfrentaba problemas
económicos con la dueña de casa, que al parecer no aceptaba demoras en
los pagos.
Moisés no tenía otro trabajo. No forma
parte del grupo, minoritario o no, de personas discapacitadas que
gracias a la buena economía de su familia fueron cuidados, cambiaron sus
sillas de rueda, se titularon y hoy son profesionales exitosos. Un
aplauso por el esfuerzo de estas personas, también inseparables de sus
sillas de ruedas.
A Moisés no lo vi durante el
invierno en la plaza de la iglesia. Pero sí las fotografías e imágenes
de los 95 marchistas discapacitados, que salieron de Trinidad hace 34
días en sus sillas de ruedas. Duele el corazón otra vez... ni la ciudad,
ni las leyes facilitan la vida a estos bolivianos.
Tres palabras me rondan: proceso de cambio. Y vuelvo a la Constitución
Política del Estado. Los “derechos de las personas con discapacidad”
están en la sección VIII con sólo tres artículos. Los ideales de un
mejor Estado Plurinacional están muy lejos del papel y del PDF en
internet de la CPE.
El artículo 70 dice que el
discapacitado tiene derecho a ser protegido por su familia y el Estado; a
una educación y salud integral gratuita; a la comunicación en lenguaje
alternativo; a trabajar en condiciones adecuadas, de acuerdo con sus
posibilidades y capacidades, con una remuneración justa que le asegure
una vida digna; y al desarrollo de sus potencialidades individuales.
El 71 manda que el Estado realice acciones para integrarlos en el
ámbito productivo, económico, político, social y cultural, sin
discriminación alguna. Y el 72 garantiza los servicios integrales de
prevención y rehabilitación. La Ministra de Salud indica que
intensificarán la rehabilitación.
Los marchistas
piden un bono de Bs 3.000 al año, o sea Bs 250 al mes. El presidente Evo
Morales dice que son muchos, pero no se sabe cuántos, y que no hay
recursos para sostener ese bono. Ingenua idea: en vez de comprar aviones
para enfrentar al narcotráfico no es más fácil eliminar el cato de coca
de zonas no tradicionales y utilizar nuestros impuestos para cumplir la
Sección VIII.... El jueves volví a ver a Moisés en la plaza. Llovió. Lo
taparon con un nylon azul. Tiene trabajo otra vez... Esperanza...
Svetlana Salvatierra
Publicado en la Comuna Sindical de La Razón, 18 de diciembre 2011
Muy buen artículo. Sigue así :-)
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