En India, México o Bolivia las políticas públicas destinadas a las poblaciones rurales, alejadas de centros urbanos, aún ignoran las necesidades de sus habitantes y muestran desarticulación para integrarlas a cualquier modelo de desarrollo económico.
“En las búsquedas y planteamientos de nuevos modelos de desarrollo, de nuevos paradigmas, antes de escuchar sólo las señales del mercado, se debería escuchar las señales de la naturaleza. Ésta puede ser una gran contribución de países y organizaciones de productores que están en estas búsquedas”, es una de las conclusiones del seminario internacional Modelos de desarrollo rural y economía campesina indígena, situación y perspectivas en el sur, evento organizado por el Cipca.“Creo que nos estamos enfrentando a un peligro, a un discurso neocampesinista por parte del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, la FAO en el caso de América Latina y la CEPAL que nos están hundiendo en un modelo rural, de producción pequeña y mediana alimentaria en zonas de bajo potencial, protegidas por el Estado y la cooperación, con poca producción de alimentos y generación de empleos. Y por otro lado, una cultura empresarial de alto rendimiento que es un tema de acumulación”, advierte Armando Bartra, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Hay dos Indias, la rica y la pobre”, enfatizó Dhansidh Lakra, quien llegó para explicar que en ese país con una población estimada en 1.160 millones de habitantes (segundo más poblado del mundo) sólo el 27% de la población tiene acceso a servicios básicos. “Por lo menos Bolivia tiene 24 horas de luz eléctrica, en la India hay lugares donde sólo hay luz durante cinco horas”. En Bolivia, se estima que unas tres millones de personas no tienen acceso a la electricidad y aún utilizan leña, detalla un documento de la Plataforma Energética.
Lakra manifestó que las propuestas de desarrollo a pequeña escala no son suficientes en comunidades que no cuentan con las capacidades para supervisar, mantener las obras y existe una falta de articulación con planes nacionales de desarrollo económico. India está considerada en el grupo de las economías emergentes, por su desarrollo en tecnología, junto a Brasil, Rusia y China (las BRIC).
“En el caso de México hay campesinos que están perdiendo tierra y agua y recursos naturales, esa riqueza natural que era su posesión (...), pero lo más dramático es que ellos están abandonando lo que poseían porque no encuentran lo que llaman desarrollo, la posibilidad de vivir de esas tierras y esas aguas y vivir con dignidad, y bien”, subrayó Bartra.
En los diferentes países de América Latina y en la India “lo rural, la economía campesina indígena, los pequeños productores campesinos indígenas mantienen sus múltiples roles y funciones”. Seguridad alimentaria, económica, protección del medio ambiente, de la biodiversidad, generación de empleo, desarrollo de tecnologías, conocimientos y saberes; “pese a su estancamiento y cierto retroceso frente a la agroindustria”.
El área rural enfrenta amenazas externas como la “desatención o insuficiente atención de los Estados a la economía campesinas indígena y de pequeños productores de la agricultura familiar; ausencia de políticas de promoción y fortalecimiento productivo, de políticas comerciales que favorezcan al sector, insuficiente inversión productiva”. Y también afrontan causas internas que muestran “la debilidad y dispersión de los productores, de las organizaciones de productores y su escasa visión de alianzas que superen lo local y nacional”, destaca el Cipca. Empero, los productores de la agricultura familiar siguen siendo actores relevantes.
“En todos los países, los pequeños productores campesinos indígenas, pescadores, pastores, recolectores y otros, son actores activos y dinámicos que vienen planteando propuestas y alternativas de desarrollo (como el vivir bien en Ecuador y Bolivia), con mucha capacidad de incidencia en las políticas públicas (Brasil), aunque los procesos sociales y políticos de cada país hacen que sus gobiernos los tomen en cuenta en diverso grado”, señala Lorenzo Soliz Tito, director general del Cipca.
En el caso de Bolivia, los expositores ratificaron la falta de información actualizada, confiable, relevante y accesible que dificulta la formulación de propuestas, acciones, políticas, programas, inversiones para la economía campesina indígena. Aunque sostienen que hay una mayor participación y aporte de mujeres y jóvenes en las comunidades.
“Pese a los cambios en leyes, políticas y normas, en la práctica, las inversiones para el sector agropecuario siguen siendo bajas porcentualmente (no supera el 10%, pese al incremento en cifras absolutas), lo que da una idea acerca de la importancia real que se asigna al sector”, alerta Soliz.
Los avances en materia de saneamiento de la tierra han permitido el acceso de campesinos indígenas a la tierra y los recursos naturales, falta avanzar hacia el control y gestión de los territorios para seguir contribuyendo a la seguridad alimentaría y la economía del país, enfatizó Soliz.
Para dar continuidad al debate nacional sobre esta temática, Cipca propuso crear el Foro Andino Amazónico para analizar experiencias e iniciativas exitosas y fracasos sobre la economía campesina indígena, “de reflexión y construcción colectiva y democrática sobre el desarrollo rural (gestión de recursos naturales, participación social y política)”, dado que “existe la necesidad de mayor vinculación entre actores involucrados en el desarrollo rural: productores(as), academia e investigadores, Estado, promotores del desarrollo, cooperación”, puntualizó.
Presión por más productos alimenticios
Una conclusión del seminario internacional, organizado por el Cipca, se refirió a la necesidad de “mantenerse alerta frente a la presión que el mundo va a ejercer sobre Latinoamérica por mayor requerimiento de productos alimenticios en los próximos 30 años. África y Latinoamérica están en ‘la mira’ de las transnacionales y gobiernos. Lo que haga o deje de hacer el Gobierno boliviano, en términos de políticas públicas” (tierras especialmente) y cumplimiento de la Constitución, tendrá consecuencias, advierten.
20.831 familias de tierras bajas obtuvieron títulos
Plan quinquenal de Cipca logró beneficios en temas de tierra y economía
En el período 2005-2010, Cipca completó un plan quinquenal con un resultado relevante para que 20.831 familias campesinas indígenas de tierras bajas, de las 22.069 previstas, obtengan títulos de sus tierras y territorios. Tienen 11,4 millones de hectáreas, frente a las 11,6 millones planificadas, que les permite proyectar su desarrollo sociocultural y económico en una perspectiva de largo plazo.Asimismo, Cipca señala que 1.852 familias están en proceso de reasentamiento en más de 180.000 hectáreas para garantizar el control y gestión de las tierras tituladas.
Otras 12.158 familias campesinas indígenas en siete regiones del país implementan propuestas productivas con enfoque agroecológico en más de 360 mil hectáreas, orientada al autoconsumo y al mercado local y de países vecinos.
El impacto es el incremento en los ingresos familiares anuales. La organización y capacitación de las Organizaciones Económicas Campesinas Indígenas les permite ofrecer productos locales como el chocolate, mermelada de frutas, harina de trigo, yogurt y otros para los programas de desayuno escolar. Aprendieron a participar en la licitaciones públicas de sus municipios.
La relación de cadenas productivas avanza con la generación de convenios con empresas privadas para proveerles de maíz, harina de algarrobo, ají, frijol; también lograron acuerdos para la exportación de cacao en grano sobre todo a Argentina. S.S.
Aumenta ingreso familiar
-En las áreas intervenidas con proyectos de Cipca, el ingreso familiar anual se incrementó de $us 1.125 a $us 2199 por año.
-15 Organizaciones Económicas Campesinas Indígenas proveen de productos al desayuno escolar.
Tres jesuitas fundaron el Cipca una tarde de 1970
“El Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca) nace una tarde de octubre en 1970, pero empieza su trabajo en el altiplano de La Paz a principios de 1971. Fue fundada por tres jesuitas: Luis Alegre, Xavier Albó y Francisco Javier Santiago. Xavier sigue siendo parte de la institución”.
“Se podría decir que el haber acompañado —junto con otras instituciones— en su largo caminar al movimiento campesino indígena en Bolivia, para que se constituya en actor de los grandes cambios sociales, legales y políticos que se dan al inicio del presente siglo, quizá es el mayor aporte y, a la vez, un aprendizaje que ha enriquecido a Cipca”.
Recuerda que “cuando las doctrinas del pensamiento político concentraban sus esperanzas en los tradicionales sectores populares de vanguardia, Cipca hizo su apuesta por los campesinos, en razón a su peso demográfico, su riqueza cultural, su capacidad productiva. Los fundadores sostenían ‘el futuro de Bolivia se decide en el campo y no en las minas’”.
Para Cipca, “el golpe de 1980, tuvo consecuencias, ya era conocida por su trabajo en La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y el Chaco en formación de líderes, los programas radiales de sensibilización sobre la problemática campesina, programas de fortalecimiento de identidad cultural, aspectos productivos”. Pasó a la clandestinidad, pero siguió. Hoy, a 40 años de su fundación, trabaja en siete regiones, 35 municipios, 504 organizaciones campesinas indígenas mixtas y cerca de 85.000 personas.
Svetlana Salvatierra. Publicado en El Financiero 1 de mayo de 2011
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