— ¿Con una década de
experiencia como docente, puede señalar las tres cosas más importantes
que han cambiado respecto a las necesidades en la educación superior?
— Primero, hay un mundo más globalizado y el profesional que sale de la
universidad tiene que enfrentarse no sólo a un mercado local sino a un
mercado global. Otro de los cambios importantes es que las herramientas
que tiene que manejar ya no poseen una vida larga porque con las nuevas
tecnologías y los cambios que se viven, en el mundo surgen nuevos
paradigmas que tienen que ser de dominio de los profesionales, en todas
las áreas (administración de negocios, medicina, ingeniería, ciencia). Y
el profesional tiene que innovarse constantemente.
— La UCB fue una de las primeras universidades en abrir maestrías para
el área de Economía. ¿Se puede afirmar que la oferta académica está
cambiando para profesionalizarse en el país?
— Diría que constantemente se ofrecen respuestas a las necesidades de
formación y educación que necesita el país. Si uno ve la gama de
posibilidades a nivel de posgrados, ésta es amplia. En la UCB también se
han abierto los doctorados por investigación (que generan
conocimientos) y la educación para la tercera edad. Además se trabaja en
el sector productivo a través de las Unidades Académicas Campesinas
capacitando en agronomía y ganadería a los profesionales que luego dan
respuesta a la pobreza y crean empresas agropecuarias sostenibles.
— ¿Las maestrías nacen en función de responder a las necesidades de la empresa?
— Si no hubiera demanda no hubiera oferta, nadie estudiaría una
maestría que luego no le permita encontrar un mejor trabajo u obtener un
mejor ingreso. Si bien todas las universidades siguen presentando en su
mayoría ofertas de maestrías en el área de negocios, ello es porque se
necesita gente que sepa administrar negocios de manera adecuada porque
la economía está creciendo, generando nuevas empresas y el sector
público también necesita de buenos administradores. En caso de que haya
una maestría que no responda a la demanda de profesionales, de hecho se
va a cerrar; eso ha sucedido en varias universidades.
— Bajo esa lógica, ¿la Maestría en Control de Gestión y Estrategia Financiera qué ofrece?
— En todos los negocios lo que se busca son buenos resultados
financieros y éstos obedecen a una buena administración, no sólo de la
parte productiva y comercial, también de la propia organización. Uno no
puede tener un buen resultado financiero si fracasa en la parte
comercial o si el producto no responde a las necesidades de un
consumidor o cliente. Entonces las estrategias financieras que se
diseñan buscan mejorar la rentabilidad de los negocios para que éstos
puedan ser sostenibles y crecer. Una responsabilidad importante de un
gerente es que el negocio o la compañía sea rentable.
— ¿Qué implican las estrategias financieras?
— Las estrategias financieras buscan cómo lograr mejores indicadores
financieros para que la empresa y el negocio tengan larga vida. Además
el control de gestión es fundamental para obtener buenos resultados de
la planificación. Y el control no sólo es financiero, se aplica también a
las actividades del comercio, del cliente. Se tiene que auditar cómo
estamos con el consumidor y el cliente, si está satisfecho o no,
tenemos que saber si cumplimos con indicadores o estándares de calidad.
El control de gestión es multifacético y tiene que hacerse en todas las
partes claves de la empresa. El control de la gestión es una
herramienta muy útil para cualquier alumno que quiera especializarse.
— Es un nicho interesante de trabajo. ¿Qué profesionales asisten a esta maestría?
— Están profesionales de bancos, empresas de auditoría. Recuerdo que
entre los alumnos de esta maestría que va en su tercera versión han
estado exministros de Hidrocarburos, ingenieros del sector
hidroeléctrico, consultores independientes en el área económica. Faltan
de la industria y de otros sectores. Y se necesitan este tipo de
profesionales para que sus negocios funcionen bien.
— ¿Por qué es importante el cuadro de mando integral?
— Son indicadores que nos permiten ver el negocio de forma global. Y el
cuadro de mando integral busca los indicadores más importantes para ver
cómo estamos con el cliente, en las operaciones —¿estamos produciendo
lo que el cliente quiere?—, si estamos siendo eficientes y efectivos en
la producción física del producto o servicio, qué tan satisfechos están
los empleados, qué tan motivados se sienten. Un cuadro de mando integral
necesita indicadores para los cuatro pilares de una organización:
financiero, cliente, operaciones, organización del personal. Tienen que
ser pocos los indicadores para que puedan ser utilizados.
— ¿Para qué sirve?
— Con base en esto se puede construir el mapa estratégico. Éste fue un
aporte de los profesores Kaplan y Norton de la universidad de Harvard.
Es un enfoque innovador porque antes sólo se veía a la empresa o los
resultados con indicadores financieros.
— ¿Ejecutivos de pequeñas empresas deberían apuntar a este tipo de especialización?
— Claro que sí. Es clave para toda aquella persona que quiere iniciar
un negocio o para aquellas que administran un negocio o una empresa,
micro, pequeña o mediana. Necesitan de estas herramientas para saber si
van por buen o mal camino o cómo evitar desviarse.
Perfil
Nombre: Guido Capra Seoane
Profesión: Economista
Cargo: Docente de maestrías de la Universidad Católica Boliviana
Profesor universitario
Es paceño. Se tituló en la carrera de Economía en la Universidad
Católica Boliviana (UCB). Tiene maestrías en Economía Empresarial y
Administración de Empresas de la UCB. En el sector privado trabajó en la
industria farmacéutica y en el sector público en los ministerios de
Planeamiento y Salud. Es docente universitario en la UCB desde 1998 y
profesor en otras universidades. Dicta las materias de Planificación
Estratégica y Cuadro de Mando Integral en la maestría en Control de
Gestión y Estrategia Financiera. Es uno de 15 reconocidos docentes.
También es profesor de las materias de Teorías de Juegos y Economía y
Planes de Negocio y Emprendimiento.
Svetlana Salvatierra
Publicado en El Financiero, 3 de febrero 2013
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