Era miércoles.
Chocolandia abrió sus puertas el 4 de agosto de 1993 en el barrio de San
Miguel. El deseo de los golosos de consumir chocolates se convirtió en
un dulce negocio familiar. Sin miedo a la competencia, satisface el
gusto de miles de clientes.
“Mi papá, Werner Kautsch, es austriaco y le gusta el chocolate. Desde
chicas consumíamos grandes cantidades de dulces. Llevamos eso en nuestra
sangre”, afirma Karina Kautsch.
En La Paz, la Bombonería Clavel, ubicada en El Prado, era líder sin
competencia en este negocio. Pero hace dos décadas, Karina Kautsch
emprendería un largo camino para ocupar ese lugar.
“Un día vi un local vacío en San Miguel y se me vino la idea de abrir
una pequeña bombonería donde haya diferentes clases de dulces y
chocolates que no se encontraban en la zona Sur, sólo estaba la
bombonería en el centro. Además, hacía chocolates artesanales que
tuvieron mucho éxito en el cumpleaños de mi hija y pensé que esos
también podían venderse. Así me lancé y dejé el anonimato”, rememora con
una sonrisa que ilumina su rostro.
Recuerda con cariño a la Bombonería Clavel porque de ella compró
chocolates al por mayor para instalar su pequeño negocio. En esa época
Breick ya tenía reconocimiento del público paceño y adquirió otra
cantidad; también lo hizo de Belmore; y los dulces americanos fueron
adquiridos de la importadora Fimex.
Con unos 25 productos diferentes abrió la tienda junto a su hermana
Renate Kautsch y su tía Miriam Denegri. Hoy, Chocolandia tiene un
espacio más grande en el área comercial de San Miguel, también adquirió
el local de la Bombonería Clavel, vende más de 1.000 productos y genera
empleo permanente para ocho personas.
En 1996 cambiaron de local y empezaron a importar más productos.
Introdujeron la venta de dulces a granel que atrajo a los clientes. El
diseño de Chocolandia “fue un suceso”, subraya. Ahora, por el mes
aniversario y cerca del día de la primavera y del amor, lanzaron el
programa “Arma tu paquete”. La caja que contendrá chocolates y dulces,
un peluche, globos u otro detalle son elegidos por el cliente, desde un
precio mínimo de Bs 30. Los jóvenes son “los más creativos”, asegura la
gerente.
Los
certificados son otra opción a la hora de regalar chocolates. Para
entregar en cumpleaños o como premios, estos talonarios tienen alta
demanda. Cada uno de ellos posee un valor diferente.
Al mes atienden a unos dos centenares de clientes. En la zona Sur la
tendencia está marcada por los eventos que requieren chocolates y dulces
para los niños, y en el centro de la ciudad a las necesidades de
jóvenes y oficinistas.
Hace siete años que Chocolandia está en El Prado. Un poco antes, en
2004, tenían una sucursal en la calle Potosí pero la cerraron. Esa fue
una época de preocupación, recuerda. Cerraban más veces de las que
abrían las puertas en resguardo del local por las numerosas marchas y
manifestaciones que pasaban por esa céntrica calle, aledaña al Palacio
de Gobierno.
Olor a
chocolate es lo que uno siente al entrar a ambas tiendas. “Queremos que
te antojes de todo y eso es otra cosa”, destaca.
Para Ti de Sucre, Breick de La Paz, los tradicionales Belmore, Cóndor y
los de exportación de El Ceibo tienen su propio espacio. “Antes tenías
que ofrecer los chocolates nacionales. No era fácil. Hoy no porque son
más ricos, naturales, con menos conservantes y sus presentaciones son
más atractivas”, expresa. “Y las trufas con y sin licor, los palitos de
naranja, las galletas forradas en chocolate”, son los artesanales que
mantienen su demanda.
Kautsch sabe que hay productos que se venden en supermercados, pero está
segura de que los clientes les son fieles. “Son los niños de antes que
ahora tienen sus hijos y los traen a Chocolandia, al igual que la gente
que viene y con la que puedes conversar y ayudar a preparar sus regalos.
Nos gusta endulzar la vida de las personas”.
Trámites
Un certificado de importación puede demorar hasta tres meses y da la garantía de venta de productos de calidad.
Mercado
Navidad y el 21 de septiembre son los días de mayor venta.
Impuestos
Facturas electrónicas facilitan cumplir con el SIN.
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